Al pensar en su historia, pienso en las estepas del Don, en aquellos cosacos que tan bien describiera Nikolai Gogol allá a comienzos del siglo XIX. También pienso en Taras Bulba, el célebre personaje de su reconocida novela, una simbiosis perfecta de lo ruso con lo ucraniano y hasta cierto punto, Oleg Salenko bien puede ser la reencarnación de alguno de aquellos hombres.

Es una historia triste, una historia de búsqueda y encuentros, de largos viajes, de fama y efímeros instantes de gloria y hoy escribo de Oleg Salenko y suena como alguien común, otro de esos que pasan desapercibidos sin trascender, pero no, una tarde que pudo ser una tarde cualquiera, de un día cualquiera, en un partido cualquiera, allá en el Mundial de Estados Unidos 1994, en una tarde así, Oleg Salenko entró a la historia del fútbol del modo que tal vez ni el mismo llegó a imaginar.

El origen de la leyenda

Antes, tal como refiere el perfil del jugador en el portal web de la FIFA, cinco años antes de aquella Copa del Mundo, Salenko había dado sus primeros pasos como profesional vistiendo la franela del Zenit de San Petersburgo, marcando su primer hito en esa misma temporada de 1989, cuando ganó la Bota de Oro del Mundial Sub-20 al anotar 4 goles, sentando de esta manera un importante precedente.

Ya en 1992, al fichar con el Dinamo de Kiev, se convierte en el primer jugador ruso en jugar en suelo ucraniano; una estadía que seria bien corta pues en esa propia campaña iría a la Liga Española, para vestir el uniforme del CD Logroñés y registrar una de sus mejores actuaciones al estampar 16 goles en 31 encuentros.

En este punto, al indagar en los números de Salenko, constatamos que en 267 partidos marcó 94 dianas, pero sin dudas ese juego Rusia- Camerún en Estados Unidos 1994, lo marcaria para siempre, tal como refiere ESPN.

La hazaña

Tal como lo refleja Fox Sports en su saga sobre la historia de los Mundiales; aquel era el tercer partido para el combinado eslavo, que había cedido ante Brasil en su primera presentación 2-0 y también ante Suecia por 3-1, llegando con una remota esperanza de clasificar como uno de los mejores terceros lugares.

Y fue la tarde de Salenko, el conocido por ese entonces como “El Buitre Ruso”, por su olfato goleador y su efectividad en el área; aquella fue su tarde, cinco goles y una asistencia, para guiar el triunfo de la escuadra rusa 6-1 y con seis tantos; ya había sumado uno ante los suecos, con seis tantos erigirse como una de las Botas de Oro de aquel torneo junto al búlgaro Hristo Stoichkov.

Récord y legado

Los 5 goles de Salenko frente a Camerún, representan desde aquel momento, uno de los récords más difíciles de batir en Copas del Mundo y si bien el jugador terminó su carrera de 15 años marcado por las deudas, el alcohol y la mala vida, sumido en la pobreza y llegando hasta pensar en vender su Bota de Oro, tal como lo declarara en una ocasión; si bien terminó de este modo, su impronta en estos días de éxtasis futbolero es una de las reliquias sagradas de este deporte.