Hace unos días, tal parecía que no eran de este mundo, pues lucían como un elenco imbatible, tal como lo reflejaba su récord de 9-0 antes de ese duelo ante los Hawks de Atlanta, pero un Dejounte Murray encarnando a alguna especie de monstruo mítico, quizás una hidra con sus múltiples cabezas, se robó el show con una actuación descomunal de 25 puntos y 11 asistencias para poner evidencia la faceta terrenal de los Bucks de Milwaukee.

Eran terrenales, simples mortales de este mundo y las imágenes de Giannis Antetokounmpo caminando en la duela, jugando a media máquina, demostraban que los chicos de Budenholzer podían perder.

Y sí, Giannis jugó a media máquina, disputó 27 minutos y encestó 25 cartones y los de Wisconsin se sintieron las limitaciones de su estrella, pero otra vez la idea de la inmortalidad se desechó ante la evidencia de los hechos.

Perder es normal

Sin embargo, perder se vuelve normal, es algo natural diría, más cuando se juega en la NBA y los ritmos son vertiginosos y entonces era medio utópico pensar que los Bucks no podían ceder.

Y fue noticia, pero hasta ahí, los chicos de Mike Budenholzer, los campeones de hace dos temporadas, volvieron a sacar la casta horas después, esta vez sin Giannis, dando su mejor la lección, la del equipo, con un básquetbol exquisito, dominando en todos los sectores del juego, en ambos lados de la cancha y presionando en defensa para dejar sin opciones al rival.

 La mejor respuesta

Como lo lee, Budenholzer dejó a Giannis por decisión técnica en la banca, tal como lo reseñó ESPN, pero los Bucks dispusieron de Oklahoma City Thunder con pizarra de 136-132, para con registro de 9-1 acomodarse en el primer lugar de la Conferencia Este.

No estuvo Giannis, pero en su lugar un impresionante Jevon Carter, exorcizó todos sus demonios, para con 36 cartones y 12 asistencias ponerse la capa de superhéroe y guiar a su equipo a la victoria.

Al mismo tiempo un participativo Brook López con un doble- doble, de 24 puntos y 13 asistencias, también hacía lo suyo para que Milwaukee dieran la mejor respuesta posible, luego de sufrir su primera derrota de la campaña… salir a ganar, ganar con autoridad y así lo hicieron.

La máquina perfecta

Son una máquina perfecta, no por el hecho de lucir invencibles, sino por dominar con soltura los hilos del juego y tener alternativas ante cada situación posible…

Y sí, son simples mortales pero la sensación de ser un conjunto duro, en extremo competitivo, pues tal como hacen los grandes, sin tiempo para lamentaciones, se sacuden el polvo de la derrota y siguen adelante.

En solo minutos, los Bucks regresarán a las duelas contra los Spurs y lo harán con la distinción de ser el equipo del momento en el mejor baloncesto del mundo