Es temprano, demasiado incluso, pero en la NBA hay que cosas que suceden en octubre o noviembre y terminando incidiendo, marcan el trayecto durante todo el campeonato hasta la llegada de abril y mayo y este martes los Golden State Warriors, sí, como lo lee, los actuales campeones de la liga, terminaron siendo aplastados por uno de los rivales directos en el Salvaje Oeste, los Suns de Phoenix.

No es solo el hecho de perder, no, sino de hacerlo de esa manera tan abultada,134-105, con dos mitades totalmente diferentes y una expulsión y después en el tramo final, un Stephen Curry a la heroica tratando de mantener a flote a los californianos, pero otra vez, el brillante Devin Booker sacó su versión MVP y castigó a los chicos de Steve Kerr.

El perder como nunca…

Primero Denver con el gigante Nikola Jokic, después, hace solo minutos los Suns con Booker y compañía y hasta la reanudación cuando tras un cruce de palabras entre Klay Thompson y Devin Booker, el primero termina recibiendo una segunda falta técnica y la por ende la expulsión; hasta ese minuto todo iba bien, ya al rato todo estaba decidido.

Y así, como una clásica tragedia americana, al más puro estilo del propio Theodore Dreiser y su célebre saga literaria de comienzos del siglo XX, de ese modo se puede resumir este último juego; la expulsión de Thompson y Curry por orgullo quizás, sacando la casta.

Fue otro momento para ver en acción al fenómeno Devin Booker, que, con 34 puntos, 7 asistencias y de 19/10 en tiros de campo se erigió en figura del partido.

Los demonios de los Warriors

A su vez, tal vez como para darle algo de claridad a la debacle, Curry moldeó un poco resultado con sus 21 puntos, 8 rebotes y 7 asistencias.

Mucha ofensiva y poca defensa, la peor combinación que los fanáticos de los Warriors quieren escuchar, pero fue lo que se vio este martes en la noche, un exorcismo de los peores demonios del mejor equipo de la última década y el tono trágico del asunto, no deja la mejor sensación.