Cuatro meses de ausencia, prácticamente seis sin competir, son muchos meses, demasiados, llámese como se llame el ausente.

También lo son para Rafael Nadal, que conoce como pocos las estadías en la reserva y también los secretos del retornar.

Nadie como él, magulladuras de todo tipo en el chasis, para reencontrar el camino de regreso. En todo caso, el balear también es de carne y hueso, y en su vuelta a las pistas acusó la falta de ritmo y cedió frente a Andy Murray por 6-3 y 7-5.

Aun así, el mallorquín se fue con un buen sabor de boca porque superó el examen físico, y este sábado disputará el partido de consolación en Abu Dabi contra Denis Shapovalov.