Cada decisión tomada en la actual temporada de Fórmula 1 es estudiada al máximo, ya que cualquier error a esta altura del campeonato puede costar muy caro. Y en Mercedes lo saben, por lo que han decidido jugársela en este fin de semana.

De cara al Gran Premio de Turquía, que se dará este fin de semana, Mercedes decidió meter mano en el motor del coche de Lewis Hamilton, sabiendo lo que eso implica. La escudería cambió el motor de combustión, el cuarto usado en lo que va del año, y deberá cumplir una sanción de diez puestos en la parrilla.

El británico no saldrá desde el fondo ya que Mercedes no cambió la totalidad de la unidad, como sí hizo Red Bull con Verstappen en Rusia. Pero de todas formas, es una decisión arriesgada cuando la temporada se acerca a su fin.

De esta forma, el siete veces campeón mundial empezará undécimo o peor dependiendo del resultado en clasificación. En los últimos días subrayó ante los medios que tenía dos motores en buenas condiciones para acabar la temporada, pero que escucharía a sus ingenieros. Y ellos han optado por la prudencia, para no arriesgarse a una rotura de motor.

El piloto de Mercedes lidera el Mundial después del GP de Rusia, pero sólo con dos puntos de ventaja sobre Verstappen con siete carreras aún por delante. El neerlandés no sufrió una sangría de puntos cuando le tocó a él cambiar el motor, y ahora es el turno de su máximo rival. Partir en mitad del pelotón conlleva ciertos riesgos, los accidentes suceden más cerca, pero un abandono por problemas técnicos, sería casi irremontable en una temporada tan igualada.