La Fórmula 1 busca hace años aumentar su masa de fanáticos. Esa fue la misión principal de Liberty Media al hacerse cargo de la categoría y su modus operandi fue llevar el Gran Circo a lugares poco tradicionales, como Azerbaiyán, Arabia o Qatar; y agregar más carreras en un público creciente como Estados Unidos.

El Gran Premio de Miami fue la frutilla del postre de un plan que tiene como principal protagonista al público y su experiencia durante el fin de semana de carrera pero que paulatinamente va dejando atrás la emoción de la carrera, justamente lo que hizo que la categoría fuera perdiendo seguidores en el pasado.

La Temporada 2021 fue un oasis en el desierto que, sumado a la expectativa que generaban contenidos como la serie Drive To Survive de Netflix (impulsada por la propia F1), brindó un espectáculo deportivo que no se veía desde hacía años. La aparición de la figura de Max Verstappen junto a Red Bull para cortar el dominio de Lewis Hamilton y Mercedes fue un guión inesperado que tuvo al público creciendo exponencialmente gracias a las polémicas a medida que avanzaba la temporada.

Australia, a pesar de su tradición, ofreció un espectáculo pobre

Pero la Fórmula 1 fue por más. El cambio de reglamento, pensado para fomentar los adelantamientos y, entre otras cosas, emparejar a los equipos, hizo que con cinco carreras disputadas no se viera tanta emoción en pista como se preveía. Esto puede deberse a que los equipos aún están adaptándose a los nuevos carros y todavía no están configurados ni actualizados al máximo. Pero también surgió otro factor: los circuitos callejeros.

Históricamente, los circuitos montados en plena ciudad fueron la normal de la competición y un atractivo que buscaba acercar a los pilotos a un público mayor y vivir una experiencia única viendo como los monoplazas transitaban el asfalto de las calles comunes. La prioridad de la seguridad y lo complejo de la logística, hicieron que los circuitos tradicionales tuvieran prioridad con el correr de los años, pero siempre había un circuito urbano como para no perder la costumbre

Así, durante los noventa y primeros años de los 2000, en pleno crecimiento global de la Fórmula 1, se mantuvieron carreras como Canadá, Melbourne o el histórico Montecarlo cuyos trazados eran clásicos y eran aprobados por los pilotos sin ningún riesgo. Pero la necesidad de llevar a la F1 a otros lugares, hizo que los callejeros inundaran el calendario por ser más baratos de construir. Bakú, Singapur, Yeda, Valencia y ahora Miami son la prioridad de la categoría.

El debate es ¿son necesarios estos circuitos? ¿Siguen ofreciendo un espectáculo más atractivo que los autódromos clásicos? Al menos en 2022, no. De las cinco carreras disputadas, tres fueron en callejeros. De esas tres, dos son nuevas (Arabia y Miami), mientras que una sola se trata de un clásico de la F1 (Australia). Pero las tres tuvieron un denominador común y fue lo monótono del desarrollo, sin grandes emociones. Los carros, al cambiar el reglamento, son cada vez más grandes y anchos por lo que las maniobras en circuitos angostos son más cautelosas

En Arabia, lo peligroso del circuito, con el trazado estrecho y muy veloz hizo que los pilotos tomaran muchos recaudos y no arriesgaran. Australia tuvo un dominio enorme de Leclerc y nadie lo pudo igualar, mientras que Miami tuvo lo mismo con Verstappen una vez que tomó la punta y solo el Safety Car a diez vueltas del final ofreció emoción por un posible cambio de liderato que finalmente sucedió.

¿Son los circuitos callejeros los trazados del futuro de la F1? ¿Son imprescindibles para mantener al público pendiente?