El Atlético de Madrid ganó a Osasuna en un final de infarto, de leyenda, en uno de esos encuentros que se recordará durante mucho tiempo. El equipo rojiblanco, capaz de lo mejor y de lo peor, ofreció un nuevo desenlace de esos de película, que sólo puede ofrecer el conjunto madrileño.

Osasuna marcó en el minuto 76 en casi la única llegada al área rival. Ese gol hizo daño, mucho daño al Atlético, que se tuvo que sobreponer como pudo. A falta de diez minutos el Atlético estaba fuera de La Liga. Lodi, que había fallado en el tanto de Budimir, marcó tras pase de João Félix. Hubo arreón de los del Cholo y fue Luis Suárez el que hizo el 2-1 ante la locura colectiva en el Wanda Metropolitano y aledaños. El uruguayo rompió la cifra de 19 goles en los que se había estancado y le dio tres puntos vitales a los de Simeone. Falló goles cantados, pero hizo el tanto del triunfo en el momento justo y necesario. Tres puntos sufridos como pocas veces. El Atlético derrochó sangre, coraje y corazón, como dice su himno y depende de sí mismo en el encuentro de Valladolid.

Y no mereció tanta agonía el Atlético, puesto que fue mucho mejor que su rival. No mereció tanto sufrimiento, tanto castigo, tanto padecer. Pero es el destino de este equipo que sigue arriba, líder y que afronta la última jornada a prueba de todo. Si hay que ganar el título, pues habrá que hacerlo el último día.

El Atlético lanzó hasta dieciséis veces a portería durante el primer tiempo. Lanzó de todas las maneras. Desde cerca (Luis Suárez, con paradas de Herrera y también al palo) hasta desde fuera del área, con remate de Saúl que también rozó la madera. Tampoco se anduvo el Atlético con contemplaciones en esta ocasión, puesto que encerró a Osasuna desde el inicio, quien apenas salió de su parcela. Simeone repitió el equipo que puso en liza ante la Real Sociedad, con Correa y Luis Suárez en punta ayudados por Marcos Llorente y Carrasco por los costados. El Atlético fue intenso, tuvo la pelota, las llegadas, las ocasiones, pero le faltó el gol.

Es algo repetitivo, pero parece mentira que un equipo con la calidad de sus delanteros tenga tantos problemas con el gol. Luis Suárez se movió mucho y bien por todo el frente del ataque, pero a la hora de rematar ni tuvo suerte ni chispa. El mejor jugador de Osasuna fue su cancerbero. Herrera detuvo todo lo que le tiraron, que fue mucho.

En el segundo tiempo el Atlético también fue el dueño del encuentro, tuvo también grandes oportunidades, aunque no tan claras como en el primer tiempo. Osasuna se estiró un poco, pero tampoco salió de su campo. La tuvo Correa, tiró rozando el larguero Koke, asedió Marcos Llorente la portería de Herrera y llegó el gol de Budimir. El resto es ya historia. El resto le puede dar al Atlético el título de Liga. Un título que se logrará a base de sufrimiento.