Cuentan que cuando Pele levantaba la Copa del Mundo en 1958, Heleno de Freitas se tragaba los recortes de periódicos con sus fotos en un Hospital Psiquiátrico de Minas Gerais y a sus 39 años tocaba a las puertas de su muerte, siendo tan grande y desconocido a la vez.

Por esos vericuetos del destino, estas historias se cruzaron; por un lado, el nacimiento de una estrella, Pele, por otro el ocaso y sepultura de otra que jamás pudo resaltar su esplendor, pues las mujeres, el alcohol y la mala vida lo sumergieron por completo.

Ahora, si hay algo que muchos entendidos, periodistas y gente del futbol que conocieron a de Freitas alegan, es que lo tenía todo para triunfar, incluso para ser más grande que el mismo Edson Arantes do Nascimento.

La leyenda

Si algo puede ilustrar esta idea es el hecho que en el mismo instante que sonaba el silbatazo final en el Maracaná y Uruguay, gracias a Alcides Edgardo Gigia, alzaba su segunda Copa del Mundo, la gente, cientos de miles de fanáticos la emprendían con Moacir Barboza, el arquero carioca, culpándolo por el gol y también se preguntaban por Freitas, por Heleno de Freitas… ¿dónde está Heleno?

Para los entendidos, Heleno quedó fuera por problemas personales con el seleccionador Flavio Costa, a quien había amenazado con un revolver un año antes, tras su regreso a Brasil, proveniente de Argentina.

Antes: el amor de Heleno con Botafogo

En fotos y recortes de la época, años 30 y 40 del pasado siglo, se puede ver a un hombre imponente, de unos seis pies de estatura y un porte elegante, tal como lo describen las crónicas de aquel entonces; ese era Heleno y aprovechó bien su condición para vivir al máximo sus dos pasiones, el fútbol y las mujeres.

La leyenda de Heleno cobra tal magnitud que según refieren, tras su llegada al Boca Juniors en 1948, lego de ser traspasado de su club, el Botafogo; de Freitas siguió sus juergas en las noches Buenos Aires y hasta deducen un romance con la misma Eva Perón.

La historia de Heleno puede comenzar por tantas partes, por 1959, por ese año 1950 cuando fue el gran ausente de la Copa del Mundo, por su regreso a Brasil en 1951, después de un periplo por Argentina y Colombia; puede ser así pero no, comienza en Sao Joao Nepomuceno, el 12 de febrero de 1912.

Flashazos de la personalidad

En la imagen se ve un hombre elegante, con una sonrisa pícara moldeando un rostro juvenil que acrecentaba un cuidadoso peinado; sonríe mientras baila en la cancha al escuchar los cantos de la afición; corrían los años 30 en Brasil, una época convulsa de mucha agitación, los años del cisma de Luis Carlos Prestes y del nacionalismo de Getulio Vargas durante su primer periodo presidencial; así y todo Heleno de Freitas se las arreglaba para seducir a la torcida del Botafogo y a la de buena parte del país.

El tiempo corre y otra vez vuelven las imágenes de Heleno bailando samba, marcando goles y tomando alcohol en bares y cantinas; así lo muestra la película de 2012, Heleno, tal como lo describen en la vida real.

El testimonio visual es imponente y la magistral actuación de Rodrigo Santoro nos ubica en tiempo y espacio hasta ponernos en la piel del mismo Heleno.

Según refleja en su libro, Nunca hubo un hombre como Heleno, el escritor, Marcos Eduardo Neves; de Freitas se encontraba estudiando derecho cuando con 17 años un ojeador lo ve jugando en la playa y enseguida se prende de su destreza.

Ídolo

En Botafogo fue el ídolo de multitudes, la gente lo adoraba, vivía peleando con los árbitros y con los rivales, hasta con sus propios compañeros, pero igual, era casi un Dios.

Botafogo ganaba y perdía los partidos por Heleno, era una sentencia, quizás como castigo divino y los diarios se hacían eco de todos los modos posibles; sobredimensionando cada vez más su figura.

Heleno jamás pudo ganar un campeonato con Botafogo y tal como refiere Neto en su biografía, Heleno salió hacia Argentina, para jugar con Boca, huyendo del mundo de fama y mala vida que llevaba, pero en Buenos Aires no fue diferente.

El Peregrino

En su presentación en La Bombonera, congregó a mas de 2000 personas y enseguida fue centro de la vida social en Buenos Aires, aparecía en portada de revistas, era invitado de honor a grandes reuniones, todos tenían que ver con Heleno, pero en corto tiempo afloró otra vez su carácter y comenzó el conflicto con los medios, hasta volverse irreconciliables.

En 17 juegos anotó 7 tatos y tras quejarse del clima, la afición lo sentenció y su regreso a Brasil era cuestión de días y así sucedió ye en 1949 todo pintaba bien, pues vistiendo la camiseta de Vasco de Gamma, Heleno consiguió su único título, pero o fue suficiente, llegó el conflicto con Costa y esto definiría lo que fueron sus últimos años, ya enfermo de sífilis y entregado por completo al alcohol y las mujeres.

Ocaso y muerte

Tras su breve paso por Colombia volvió al torneo brasileño para jugar su ultimo encuentro el 4 de noviembre de 1951, sol 25 minutos, pues otra vez, quizás para irse a su manera, fue expulsado por pelearse con sus propios compañeros.

Después llegó la locura, el sanatorio en Minas Gerais y la muerte, así, el 8 de noviembre de 1959 dijo adiós para siempre en una sala cualquiera, de un Hospital Psiquiátrico, el hombre que pudo cambiar la historia en el Mundial de 1950,  el mismo que pudo haber sido mejor que Pele… Heleno de Freitas.