No hay dudas de que si hay que nombrar dos jugadores que hayan protagonizado los últimos quince años del fútbol mundial, Lionel Messi y Cristiano Ronaldo encabezan las preferencias de cualquier fanático independientemente del gusto de cada uno sobre a cuál de los dos poner por encima del otro. Su aporte a las estadísticas, a los resúmenes de highlights y al fútbol en general es innegable.

Pero tienen una cuenta pendiente. Y se trata de una muy dolorosa. La Copa del Mundo es un trofeo cruel que muchos jugadores intrascendentes han ganado por la simple casualidad de haber integrado equipos ganadores, mientras que muchas leyendas como Johan Cruyff, Michel Platini, Paolo Maldini, Alfredo Di Stefano o Eusebio nunca han podido coronarse.

Y ambos han tenido la posibilidad, han estado cerca. Juegan para países con una gran tradición futbolística y solo el destino les ha negado ser campeones del mundo, quizás, el título que les falta y con el que se pondrían definitivamente como líderes del Olimpo de jugadores históricos.

Cristiano Ronaldo tuvo su oportunidad hace tiempo ya, en Alemania 2006, cuando el, por aquel entonces, joven delantero que ya deslumbraba a todos en Manchester United, quería tomarse revancha de la decepción de perder la final de la Eurocopa en casa ante Grecia dos años antes. El Mundial, el primero para él, sería un consuelo muy grande.

Pero si bien Portugal tenía una de las mejores selecciones del mundo, no alcanzó. Llegó hasta semifinales, luego de ganar un grupo integrado por México, Angola e Irán y de deshacerse dramáticamente de Países Bajos en octavos (1-0) y de Inglaterra en cuartos de final por penales. Una vez entre los cuatro mejores, cayó ante la Francia de Zidane por la mínima y luego perdió ante el local por el partido por el tercer puesto.

Después de haber estado tan cerca, Ronaldo no pudo repetir lo hecho en Alemania y nunca pasó de octavos de final. Incluso, en Brasil 2014 quedó afuera en primera ronda en lo que fue la mayor decepción de su carrera dada la expectativa que generaba el equipo portugués. Como consuelo obtuvo la Eurocopa en 2016 y la Nations League de 2019, pero queda la espina del Mundial. En Qatar, con 37 años, tendrá su última chance.

No muy distinto es lo de Messi, que también jugó su primera Copa del Mundo en tierras germanas y vio desde el banco de suplentes como su equipo caía ante el local en cuartos de final por penales. Messi había convertido un tanto en fase de grupos y ya se erigía como una de las promesas mundiales más grandes del momento.

Cuatro años después, un Lio en estado de gracia llegaba a Sudáfrica después de una temporada récord en lo individual pero el final sería el mismo que en Alemania: eliminado por los teutones en cuartos de final. La revancha parecía llegar en Brasil, justo en las tierras del máximo rival histórico de los argentinos.

Si bien el equipo albiceleste no tenía las mejores expectativas al llegar muy cuestionado a la cita, se deshizo de Bosnia, Irán y Nigeria en fase de grupos (Messi convirtió cuatro tantos en esa instancia) y eliminó agónicamente a Suiza en octavos y a Bélgica en cuartos. Para las semis, enfrentó a Países Bajos en un duelo que se definió por penales en favor de los sudamericanos. Messi llegaba a la final, estaba muy cerca del título que todos le reclamaban. ¿El rival? Si, Alemania.

La final de Brasil 2014 fue, quizás, el mejor partido de Argentina y de Messi en el torneo, pero por cosas del fútbol, las ocasiones que tuvo el delantero no entraron. A siete minutos de ir a los penales, en el tiempo extra, Mario Gotze convirtió el gol que le dio a Alemania su cuarto trofeo. Quedó para la historia la foto de Messi viendo la Copa tan cerca y tan lejos al momento de recibir el premio al Mejor Jugador.

Rusia 2018 fue una decepción. Argentina se las arregló como pudo para avanzar a octavos y puso en jaque a la Francia que finalmente salió campeón. Pero ahora hay otros ánimos. La Copa América ganada el año pasado y que significó el primer título de Messi con Argentina pone a su equipo como firme candidato en Qatar. Con 35 años, está ante su último Mundial.

Tanto Cristiano como Messi no tienen que demostrar nada más en sus carreras. Pero a los mejores se les exige más. Así como Michael Jordan inició su última campaña en los Bulls con la misión de ganar el anillo después de haber logrado ya cinco, lo mismo ocurre aquí.

Si Argentina y Portugal ganan sus respectivos grupos, recién podrían enfrentarse en una hipotética final. Si alguno de los dos sale segundo, se cruzarían en semifinales. Pero, así como por muchos años la mira de uno estaba puesta en los registros del otro, acá no importa el rival. Ellos solo miran la Copa del Mundo, el trofeo que les falta