Así lo pensó y lo hizo el célebre Eduardo Galeano allá por 2010, cuando en la nostálgica Montevideo, durante el Mundial de Fútbol de Sudáfrica, colgó un cartel en la puerta de su casa que decía- Cerrado por fútbol- y es que tal vez no existe otra manera de definir el sentimiento de vivir un evento de tal magnitud; se olvida todo, no se quiere ver a nadie, es el momento donde desparecen los problemas, las dudas, los miedos, todo es Mundial y nada más.

  • “… La única religión que no tiene ateos…”decía Galeano, quien describiría también su pasión por el fútbol en su magna obra, El fútbol a sol y sombra, su pasión que puede ser la tuya, la mía, la de millones en el globo; fue Galeano, lo pensó, lo hizo, pero lo hacen tantos, yo mismo en mis casi 35 años cada vez que llega un Mundial me olvido de todo, por mis venas corre la pasión por el béisbol y el boxeo, pero le fiebre de fútbol me invade de un modo único.

Y es que en el Mundial, con los partidos, me pasa como en esos Festivales de Cine donde con tal de ver películas lo mismo disfruto de una cinta rumana o checa que de una francesa o italiana, entonces con la Copa, me siento a ver con las mismas ganas un Australia- Japón que un España – Alemania, no distingo, solo quiero ver fútbol y nada más.

 La memoria…

Todavía guardo con celos en mi memoria aquellos fragmentos de imágenes cuando el Mundial de 1994, el penal fallado por Roberto Baggio, Brasil alzando el cuarto trofeo veinticuatro años después de aquella cita en México 1970 y yo, un niño cubano de 8 años por aquel entonces, sintiendo como mío aquel resultado.

Así lo vivía y hoy creo que fue de las mejores cosas que heredé de mi padre, el amor por los deportes y por el fútbol en general y ese llanto desconsolado en 1998, cuando Francia goleó a Brasil 3-0 en la final, ese llanto al ver Zinedine Zidane levantar la Copa ante la mirada complacida de Jacques Chirac y Michel Platini, ese llanto evoca uno de los momentos más tristes de mi vida.

Amor y odio

Pero el fútbol como la vida misma, te da y también te quita y aquella mañana del 30 junio de 2002, los dos goles de Ronaldo Luis Nazario de Lima, “El Fenómeno” ante el imponente Oliver Kahn, aquellos goles hicieron que valiera la pena tanta espera, con los brasileños levantando la quinta y Ronaldo, mi ídolo por aquel entonces, quedando de líder goleador con 8 tantos.

Después de aquel Mundial comencé a padecer de insomnio, pues unía los días sin dormir ya que la diferencia de horario así lo imponía, pero aquello valía la pena para mí.

Así llegó el cuarto título de Italia en 2006, luego de aquel partidazo final ante Francia, decidido en penales, con Zidane expulsado tras su fuerte cabezazo a Marco Materazzi.

También llegó el 2010 con el gol de Iniesta en el descuento para acabar con la ilusión de una Holanda que aspiraba a reescribir la historia de aquella Naranja Mecánica de los años 70.

De igual modo en 2014 me volví a sufrir con Brasil, debía ser el Mundial de la sexta y fue el Mundial del 7-1 y cuentan que casi declaran duelo nacional, ni cuando el Maracanazo en el 50 o aquel día en que Getulio Vargas se disparó; aquello fue trágico, como si el mismo Esquilo hubiese escrito el guión.

Otra vez volveré a cerrar

En Rusia, como si de un deja vu se  tratase, los belgas acabaron con el sueño de los pentacampeones otra vez y el Mundial terminó ahí para mí , con Lukaku convirtiéndose en mi enemigo mortal, ya lo demás fue protocolar, las semifinales y la victoria de Francia ante Croacia.

Y en unos días llega Qatar y también cerraré por fútbol, me olvidaré de todo, incluso de que existo, tal vez regresen mis crisis de insomnio por las madrugadas que vendrán, pero no importa, como sea estaré apostando al talento de los belgas, pienso que como una especie de actitud despechada ante el desencanto que me ha dejado Brasil desde aquel juego con Francia en 2006, no sé, de cualquier modo cerraré.