Robar señales de tu contrario es una estrategia tan vieja como el mismo béisbol, pero hacer usos de materiales externos convierte esta acción en ilegal, aunque para esa época no lo era. Al igual que los Astros usaron una cámara de video en el jardín central para robar las señas de los equipos contrarios, así mismo los Gigantes de New York hicieron uso de un sistema “moderno” de robo de señas en la temporada 1951.

Los Gigantes contaban con un “espía” en el jardín central que robaba las señales del receptor contrario haciendo uso de un telescopio de mano y las transmitía al bullpen haciendo uso de un timbre. Mientras que los astros hacían uso de un zafacón metálico para hacer llegar la señal bateador, el equipo de New York lanzaba una pelota al aire o la mantenía quieta, dependiendo la jugada.

La trampa de los astros fue dada a conocer dos años después su estafa, los Giants, por su lado pudieron mantener su secreto durante 50 años, hasta que el reportero Joshua Prager lo expuso en Wall Street Journal en 2001 y luego en su libro de 2006, “The Echoing Green”.

En 1951 estaba en sus buenas la rivalidad entre los Giants y los Dodgers de Brooklyn. Aquel equipo de Brooklyn denominado los “Bums” estaba repletos de futuros miembros del salón de la fama como Jackie Robinson, Roy Campanella, Don Newcombe y Duke Snider. Dicho equipo había perdido el título de la Liga Nacional de 1950, en el último día de la temporada y estaban decididos a hacer de 1951 su año.

El 19 de julio, los Giants estaban a siete juegos y medio por detrás de los Dodgers, ocupando el segundo lugar de la liga, a pesar de que contaban con estrellas como Monte Irvin, Sal Maglie y el jardinero central novato Willie Mays. Pero en el alto Manhattan, los Giants no se darían por vencidos.

El 30 de junio, los Giants seleccionaron a un jugador de cuadro llamado Hank Schenz, y mientras estaba en la banca conversando con Leo Durocher, dirigente del equipo, compartió sus experiencias usando su telescopio extensible para mirar a través del marcador del jardín central del Wrigley Field en Chicago.

Desesperado por una ventaja, Durocher asignó al entrenador de tercera base Herman Franks para llevar el telescopio portátil de Schenz a su oficina, luego ubicada sobre el jardín central en Polo Grounds, el campo local de los Giants. Durocher luego hizo que el electricista de Polo Grounds, colocara un botón eléctrico en la oficina y pasara los cables desde el botón hasta los timbres en el bullpen y el dugout de los Giants.

El telescopio era lo suficientemente poderoso como para que Franks pudiera ver fácilmente las señales del receptor contrario. Se cortó la malla protectora de alambre de la ventana de vidrio para eliminar este obstáculo para el telescopio, según muestran las fotos del Polo Grounds.

En el bullpen, esperaba el receptor suplente Sal Yvars. Si el timbre sonaba una vez, el lanzamiento sería una bola rápida. Dos veces significaba una curva. Si Yvars lanzaba la pelota al aire el próximo lanzamiento sería un rompiente. Si sostenía la pelota, sería una bola rápida.

El bullpen de los Giants estaba en la pista de advertencia del jardín derecho, en territorio bueno, por lo que era fácil para los bateadores mirar allí y ver si Yvars estaba lanzando la pelota.

Durocher convocó una reunión con todo el equipo para anunciar el nuevo esquema de robo de señales. Al principio, los Giants no pudieron seguir el ritmo de los Dodgers. Para el 11 de agosto, los Dodgers habían ampliado su ventaja sobre los Giants a 13 juegos, con 44 juegos restantes. Pero los Giants consiguieron una racha ganadora de 16 juegos, acercándose constantemente, y luego, en el último fin de semana, alcanzaron el primer lugar con una racha de siete juegos al final de la temporada quedando empatados con sus rivales de Brooklyn. El récord de 49-17 de los Giants después de lanzar su esquema incluía una marca de 23-5 en casa.

Se estableció un desempate de tres juegos entre los dos equipos de la ciudad de Nueva York. Un jonrón de dos carreras de Bobby Thomson, frente a Ralph Branca, llevó a los Giants a una victoria en el Juego 1 con marcador de 3 carreras por 1. Los Dodgers se llevaron el Juego 2 con marcador de 10 carreras por 0. El Juego final sería en casa de los Giants a lo largo de West 155th Street en Harlem, el día 3 de octubre.

Thomson estaba en una racha de hits de 14 juegos cuando llegó por primera vez al plato en la segunda entrada. Los Giants perdían 1-0 y tenían un corredor en primera. Thomson conectó un sencillo a la izquierda, pero fue atrapado intentando convertir dicho batazo en doble. En la baja de la séptima entrada, Thompson conectaría elevado de sacrificio que empataría el partido a una carrera. En el alta de la octava entrada los Dodgers anotarían tres carreras colocándose a 6 outs de la victoria y el pase a la serie mundial.

En la parte baja de la novena, los Giants anotaron una vez y tenían corredores en segunda y tercera con un out cuando Thomson caminó hacia el plato.

Branca fue llevado al montículo para enfrentar a Thomson. Su primer lanzamiento fue una bola rápida por el medio, y Thomson lo vio pasar para el primer strike. La supuesta debilidad de Thomson eran los lanzamientos altos y adentro, y ahí fue donde Branca lanzó su segundo lanzamiento. Thomson lo estaba esperando y conectó tremendo cuadrangular por el jardín izquierdo, dejando en el terreno a los Dodgers de Brooklyn y la legendaria llamada de radio de Russ Hodges:

“¡Los Gigantes ganan el banderín! ¡Los Gigantes ganan el banderín! ¡Los Gigantes ganan el banderín!”

Los Giants se enfrentarían a los Yankees de New York en la Serie Mundial de 1951, pero cayeron vencidos en 6 partidos.

Luego de ese episodio, Thomson negó haber recibido una señal en aquel turno. Branca y él se verían nuevamente las caras, pues aparecerían en varias funciones sociales para contar el juego y el “Shot Heard ’Round the World”.

En 1954, después de que Branca fuera cambiado a Detroit, un compañero de cuarto que había jugado con los Giants le reveló todo: el telescopio, el timbre, los letreros, todo.

Días después, Branca llamó por teléfono a Yvars, el receptor del bullpen de los Giants junto al timbre. Yvars admitió todo. “Ralph, yo era el mensajero”, le confesó Yvars.

En la década de 1950, los rumores de las trampas de los Gigantes se extendieron por todo el béisbol, lo que molestó a Thomson, mientras que Branca decidió guardar silencio para no parecer un mal perdedor. Ford Frick, el comisionado de béisbol en ese momento, respondió: “Si tal acusación fuera comprobada, perdería el juego. Pero tendría que tener pruebas. No hay indicios de que Frick haya investigado más, dijo Prager, y la historia nunca cobró fuerza.

La investigación de Prager se publicó en enero de 2001 y las posiciones de los jugadores pronto se endurecieron.

“Me enorgullece decir que jugué el juego de manera justa”, dijo Branca a ESPN, llamando repetidamente al esquema de los Giants “el acto más despreciable en la historia del juego”.

Thomson y sus compañeros de equipo admitieron ante Prager que habían estado involucrados en el robo de señas. Thomson, que había disfrutado de medio siglo de fama de un golpe del bate, dijo que se sentía como si hubiera sido liberado de la prisión, la carga del plan secreto finalmente liberado. Pero negó haber recibido una señal en el fatídico lanzamiento del jonrón.

Varios años después de la publicación del libro de Prager, habló con Franks, el entrenador de los Gigantes que había manejado el telescopio y el timbre en 1951. Franks se había negado a discutir el esquema del libro de Prager. Poco antes de su muerte, contó, diciendo que el telescopio era tan poderoso que podía alejarlo de la ventana para que no lo vieran, pero aún podía ver los dedos del receptor.

Y Franks reveló algo más: después de cada señal robada, volteaba el telescopio para ver si el bateador de turno estaba revisando el bullpen en busca de la señal. Entonces, en la parte baja de la novena, en ese juego final de playoffs entre los Giants y los Dodgers en 1951, con la cuenta 0-1, Franks vio que el receptor de Brooklyn, Rube Walker, pedía una bola rápida de Branca. Y luego Franks vio que los ojos de Thomson se desviaron hacia el jardín derecho, aparentemente para recibir la señal, y luego lanzar esa bola rápida a la historia del béisbol.