José Contreras era el caballete de la rotación de los Medias Blancas de Chicago. Llegó a las mayores, según confesión propia,  porque después de la medalla de Oro en Atlanta no le quisieron dar una casa para vivir en su Cuba querida. “Si me la hubieran dado me quedaba allá”, contó una vez. 

El lanzador trabajó en las mayores entre 2003 y 2013.  Fueron once temporadas, por eso habla con autoridad y dice que Manny Ramírez ha sido uno de los bateadores más perfectos a los que él ha enfrentado.

“Todos los bateadores tienen un punto, un huequito, que sabes que le puedes lanzar ahí y los puedes sacar out”, explica el antillado. “Yo nunca vi eso en Manny. Si se la lanzabas pegado, te la mandaba para el right field, si se la dejabas en el medio, también le daba”.

Ramírez sólo le conectó un jonrón al cubano en su carrera. Y de por vida sólo le bateó para .174 (23-4) con un jonrón y tres remolcadas, pero por tales palabras se ve que el dominicano puso a pensar al cubiche cuando estaban ambos enfrentándose.

Para muchos, Ramírez es un pelotero que merece estar en el Salón de la Fama,  pero el uso de sustancias prohibidas y las tres veces que salió positivo en doping ponen cuesta arriba la carrera del dominicano por la inmortalidad.