Durante mucho tiempo, el promedio de bateo fue una estadística sobrevalorada. Sin embargo ya los fanáticos del béisbol que siguen las estadísticas lo han reconocido, pero pareciera que comenzó a hacer menospreciada.

Es cierto que el promedio de bateo es menos que suficiente para evaluar los aportes de un jugador al bate. Empezando porque hay otras maneras de contribuir a la ofensiva que esta estadística ignora; aparte de que no es cierto que cada hit tiene un mismo valor e impacto en el juego, al no distinguir un sencillo de un doble, de un triple, o un jonron.

Verdaderamente, el OBP es una estadística mejor para ese propósito, pues sí son importantes esas otras maneras de llegar a las bases. Sin embargo, comenzaron a generarse puntualizaciones un poco distorsionadas.

El OBP se considera una estadística importante para determinar los bateadores en la parte alta de la alineación. Ideal para el primer bate del lineup; una medida principalmente para noción de la disciplina en el plato y las bases por bolas. Y es cuando muchos yerran,  refiriéndose al OBP cómo si se tratara del promedio de bases por bolas de un jugador.

En cierto sentido, se comprende que sea visto así.  Sin bases por bolas, básicamente te queda el promedio de bateo en lugar del OBP.

Pero honestamente, cuando se trata de embasarse, no debería preocupar (no en la forma que nos preocupa) si el jugador llegó a la primera almohadilla por las bases por bolas versus los hits, cuando se trata de medir algo que el OBP o el promedio de bateo presagian medir.

Lo que queremos de una estadística como el promedio de bateo o el porcentaje de embase, fundamentalmente, es la frecuencia con la que un bateador tiene éxito o falla. El fracaso en el béisbol, para un bateador, es hacerse out. El éxito es evitar el out y llegar a la base. El OBP es por tanto lo que estamos buscando, ya que tiene en cuenta todas las formas de embasarse y evitar outs, es decir, tanto hits como bases por bolas.

Algunos pueden argumentar que deberíamos prestar más atención al promedio de bateo porque los hits son más valiosos que las bases por bolas. Pero se olvidan que el OBP considera los hits. Y se comprende que sostengan que la disciplina de un bateador es secundaria si puede conectar hits. Hasta ese punto, sí, es preferible que el jugador llegara a un OBP de .400 a través de su promedio de bateo de .400.

Está claro las ventajas de embasarse por un sencillo en lugar de bases por bolas. Y no hay que irse lejos, se puede iniciar por señalar que un corredor de base decente en segunda base, puede ser remolcado con un hit pero no con una base por bolas.

Pero resulta y acontece, que es muy difícil en el juego de hoy un bateador lograr un buen OBP solo con su contacto. Los mejores promedios de bateo en una sola temporada de los últimos 15 años están en el rango de .330 a .360. Solo con el promedio de bateo, estos jugadores se embasarían a un ritmo aceptable, pero nada especial. Y estos son los mejores promedios de bateo de una sola temporada. Imagínese lo difícil que es para la mayoría de los bateadores, incluso los que registran promedios de bateo en el rango de .300 a .320, embasarse a buen ritmo.

Las habilidades de los jugadores defensivos y la tecnología hacen que sea más difícil que nunca para los jugadores batear. Los bateadores aún deben ser capaces de golpear la pelota burlando todas las estrategias para lograr promedios de bateo respetables, pero también deben negociar sus bases por bolas para llegar a la base lo suficiente como para ser valiosos para sus equipos.

Debemos tener en cuenta que el bateador no se para a decidir si tomará un boleto o conectará de hit. Se para en el plato a descifrar los lanzamientos y lograr ver la bola para conseguir golpearla con contundencia para el resultado sea recorrer bases, no hacerse out, para anotar carreras. En tal caso, lo ideal es esa capacidad de discriminar los lanzamientos que le permita decir “no, este picheo no lo compro“. Pues porque simple: “a la bola mala no se le tira”.

El boleto es en resultado una recompensa a esa certeza, la recompensa de alcanzar la primera base y castigo para el lanzador por desacertados sus picheos. Ahora, si los lanzamientos son buenos para tirarle y logra golpearla, muchísimo mejor.

Luis Arraez estrechó la mano de Ichiro Suzuki esta semana durante la serie de los Mellizos en Seattle: “un gran honor“, dijo el jugador de cuadro de los Mellizos, tras conocer al dos veces campeón de bateo de la Liga Americana.

Al igual que Suzuki, Arraez es un especialista en embasarse y actualmente lidera las mayores en OBP, embasándose con un promedio de .438 hasta la jornada de ayer. Suzuki se retiró con un OBP de por vida de .355, pero fue de .378 durante sus primeras nueve temporadas con los Marineros.

En la década de 1920 e incluso en las décadas de 1930 y 1940, muchos bateadores podían en gran medida batear y alcanzar un OBP respetable solo con su contacto. En ese entonces, nadie tenía gráficos que pudieran consultar para saber dónde es más probable que un bateador golpee la pelota. Las estrategias defensivas estaban muy lejos de la tecnología actual. Además, los seres humanos son simplemente más grandes, más fuertes y más rápidos, mientras que el terreno que los jugadores deben cubrir no ha cambiado mucho a lo largo de los años.

Suzuki y Arraez son jugadores más actuales. Pertenecen al grupo excepciones en el juego de hoy.

Aunque Suzuki también mostró poder durante su carrera, promediando 33.7 extrabases con los Marineros y alcanzando dos dígitos en jonrones tres veces.

A menudo se decía que Suzuki podría haber sido un bateador de poder de élite si hubiera elegido ser eso en lugar de un bateador de alto promedio.

¿Podría Arraez ser un bateador de jonrones si modifica su enfoque? Al técnico Rocco Baldelli ni siquiera le gusta pensar en ello.

Esa afirmación, que también he escuchado muchas veces, lleva la discusión en la dirección equivocada. Hay una diferencia entre tener poder y ser tipos que podrían conectar 30 jonrones ‘fácilmente’. Son dos cosas diferentes, en mi opinión” dijo.

Lo que los hizo especiales es lo que hicieron. Lo que los hizo especiales es el hecho de que fueron tan consistentes, y eso solo, es un rasgo realmente importante que tienen y que casi nadie más tenía”.

Claro, Ichiro podía golpear pelotas con fuerza, tenía un poder tremendo. Pero esas discusiones se tuercen un poco cuando empezamos a especular de ellas”.

A Arraez no le molesta la comparación: “Claro, me gustaría conectar jonrones”, admitió, pero parecía escéptico de que su talento lo permitiera. Se queda con lo que le está funcionando.

“Solo trato de estar conectando líneas. Así es como contribuyo”.

Arraez posee nueve jonrones en su carrera, incluído un grand slam contra el lanzador derecho de los Rays, Shane Baz, el sábado pasado. “Sé que Ichiro podría batear jonrones, pero yo solo quiero batear líneas”.

En sí, no es por contradecir a Luis sobre lo que él mismo desea. Pero seguro tiene que ver menos con querer, y más con sus habilidades.

Al final, simplemente se trata de contribuir, y no tanto del cómo se hace. Siendo que los aportes sean suficientes para no arrojar un impacto negativo, todo es bienvenido y existe una infinidad de perfiles de jugadores. Cada cuál lo suyo.

Entonces, si bien solo deberíamos preocuparnos por el resultado final (con qué frecuencia un bateador evita hacerse outs/se embasa) y no debería preocuparnos tanto si llega allí con hits o bases por bolas, un jugador que registra un buen promedio de embasarse solo a través de hits, es más o menos posible sólo en teoría, aunque cada caso es particular, y Luis Arraez está siendo uno muy peculiar ahora mismo.

Lo que sí, es que un jugador necesita de una buena disciplina en la caja de bateo y así evitar outs con la suficiente frecuencia como para ser valioso para su equipo.

En sí, que si bien hace unos años se cometía el error de determinar la valía de los aportes ofensivos viendo el promedio de bateo sin más, hay que tener cuidado al momento de hacer nuestros análisis, y llegar a conclusiones, haciendo la correcta valoración de las herramientas, habilidades y resultados bajo los contextos y ponderaciones razonables.

No cometamos el pecado de menospreciar una habilidad tan importante como el contacto, y de utilizar mal la estadística ‘promedio de bateo’, de modo que pareciera que tener un alto promedio de bateo no es algo valioso, cuando lo es tanto.

Sí bien es cierto el promedio de bateo no lo es todo, de igual manera es falso que sea casi nada.

No pasemos de la sobrevaloración a la subestimación, son pecados iguales.