Desde que llegó al beisbol le pusieron un apodo. Bueno, desde siempre ha sido así. El de Albert Pujols es “La Maquina”. ¿Por qué? Porque eso es, una máquina, un esclavo de la disciplina, una persona obsesionada con hacerlo bien. Y por eso las cosas le salen bien.

El lunes se fue para la calle, otro más, ante un zurdo. Se dio la mano con Barry Bonds,  puso al público a gozar y también a sus compañeros de equipo. Pero esto no es producto del azar. La Máquina siempre estudia todo lo que hace.

“Le dije al [receptor] Yadi [Molina]: ‘Debería haber pegado [la línea de la segunda entrada] un poco más a la derecha, y tal vez se hubiera salido”, dijo Pujols a mlb.com. “Ese es el ajuste que hice, le di a la bola un poco más a la derecha, y salió del estadio”.

¿Qué fue lo que pasó realmente para lograr este ajuste?  En el segundo inning, Pujols soltó un metrallazo hacia la izquierda que salió a su bate a más de 106 líneas por hora, pero fue un sencillo.  Al terminar el turno, en el dugout, agarró la tableta donde tienen los datos, los analizó y vio cómo había que adaptarse para la siguiente oportundad. La tuvo, en el séptimo inning.  ¡PUM! Jonrón.

¡La Máquina!

Hasta la víctima del estacazo 693 en la carrera de Pujols, Drew Smyly se sintió bien. Total, es parte de la historia del beisbol ahora.

“Por algo le dicen La Máquina”, bromeó el serpentinero de los Cachorros. “Está de regreso. La Máquina ha regresado”. 

El siniestro de los Oseznos fue el 449° lanzador que recibe un ataque jonronero de Pujols. ¿Azar? ¿Suerte?  Volvemos al principio: por eso le dicen La Máquina. Cuando memoriza una rutina, cuando hace el ajuste, es eso, un mecanismo perfecto para golpear la pelota.

¿Tal vez hablamos del mejor toletero derecho en la historia del beisbol?  Dejemos ese tema para otro día.

“No pienso en [los diferentes lanzadores]”, admitió Pujols. “Con suerte, si estoy en la alineación [para la doble cartelera del martes], tal vez pueda conectar otro jonrón contra alguien a quien no he enfrentado. Hago mi tarea, trabajo, confío en el proceso y ejecuto sin importar a quién me enfrente”.

Y siempre es igual. Juegue o no juegue.

“No importa si estoy jugando o no, voy a venir aquí y hacer mi trabajo, y eso es lo que he hecho durante 22 años para mantener mi swing en forma”, dijo a MLB. “No me [sorprendo a mí mismo]. Cuando has sido ungido con el talento del Señor, un talento especial con el que me ha bendecido, agrega eso al trabajo duro y la dedicación, no me sorprende en absoluto”.

Como dicen en las películas. No más preguntas, su Señoría.