El Juego 1 de las Finales de la NBA fue para Boston Celtics en la casa de Golden State Warriors. Y gran parte del mérito de obtener la ventaja de la localía es para Al Horford. El veterano ala-pívot tuvo una noche mágica en lo que fue su primer partido en series por el anillo de campeón y se volvió tendencia por la grata sorpresa de su rendimiento.

Si bien no es ninguna novedad la calidad del juego de Horford, que es uno de los mejores extranjeros que han pisado la Liga en la historia, sí sorprendió que sea el jugador más destacado del equipo en unos Celtics que tienen la figura de Jason Tatum, Jaylen Brown o Marcus Smart como sus principales figuras. ¿Qué produjo entonces ese rendimiento?

Si hay algo que se puede destacar de este segundo ciclo del dominicano en los Celtics es su regularidad. Horford llegó mucho más maduro después de las decepciones que sufrió en sus pasos por Philadelphia y Oklahoma. Regresó a Boston como un guía, como esa válvula que regula la intensidad y sabe cuando y cómo aumentar o disminuir la presión. Y esa función le vino de maravillas.

El aporte del de Puerto Plata había sido, principalmente, defensivo. Era un rendimiento silencioso, que no figuraba en las planillas por no tratarse de valores numéricos. Pero se notaba en el resultado final y en el rendimiento de las figuras rivales las cuales eran defendidas por Horford. Y eso Golden State lo sabía.

Por eso, los Warriors en su afán de defender a las principales armas de los Celtics, descuidaron a un Horford que supo cuando atacar, cuando golpear. Esa válvula se abrió y dio paso a un ataque veloz, tan rápido que no le dio tiempo a los locales de reaccionar. Y la racha en la que entró Horford al encenderse fue clave.

¿Veremos actuaciones del dominicano como la de anoche en todos los juegos de las Finales? Tal vez no. Si algo mostró esta temporada, es tener rendimientos ofensivos esporádicos, como eligiendo en qué momentos destapar la olla. Mientras, la intensidad defensiva estará garantizada todas las noches. De eso no hay duda.