El deporte es un cambio constante de emociones. Un resultado puede tapar inmediatamente los logrados anteriormente. Y eso le ocurrió a Novak Djokovic en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, tras tener uno de los mejores rendimientos que se recuerden en el circuito de la ATP.

Ganador de tres torneo de Grand Slam, y con la posibilidad latente de vencer en los cuatro (aún falta el US Open que comienza a fin de mes), el serbio llegaba con la ilusión de obtener la medalla dorada, título que aún no había podido conseguir en tres participaciones olímpicas y, de paso, apostar por el Golden Slam, logro que ningún tenista masculino pudo alcanzar.

Pero el camino del serbio finalizó en semifinales, al caer con Alexander Zverev, que lo venció en tres sets y luego se quedó con la de oro en la final. Esa derrota desencadenó un crisis en el número uno del mundo que luego perdió las semis en el doble mixto, para luego caer ante Pablo Carreño en el duelo por el bronce. Finamente se retiraría del duelo por el tercer lugar del doble mixto y se iría de tierras niponas sin medallas.

Luego de descansar la mente unos días, Djokovic publicó un mensaje en sus redes sociales en las que dijo: “Fue un verdadero privilegio representar a Serbia en los Juegos Olímpicos. Gracias Tokio 2020 y todos los que nos ayudaron a unirnos por la magia del deporte. Fue una experiencia increíble que nunca olvidaré. Sé en mi corazón que lo di todo para luchar por una medalla, y estoy deseando volver más fuerte en París 2024”.

De esta forma, confirma que intentará una vez más su sueño del oro olímpico. Si bien a París llegará con 37 años, el serbio posee una notable capacidad atlética que le permite estar en uno de sus picos de rendimiento a los 34 años. ¿Podrá Nole volver a unos Juegos?