Era el regreso más esperado al circuito. Luego de sufrir uno de los momentos más duros de su carrera, justo en el que podía ser el mejor año en su etapa como profesional, Novak Djokovic sigue vigente y quiere más. En su primer torneo luego de perder la final del US Open, accedió a la final del Masters 1000 de París.

El serbio llegaba con el objetivo claro de asegurarse el No.1 del mundo hasta la próxima temporada, algo que iba a lograr pasando a la final. El serbio no ha tenido la mejor de sus semanas, mostrando un nivel algo irregular con su servicio, y triunfos algo incómodos tanto ante Marton Fucsovics como Taylor Fritz.

Su rival, el polaco Hurkacz, número ocho del mundo, quería meterse por segunda vez en una final de Masters 1000, tras lo hecho a comienzos de temporada en Miami, donde acabó ganando el título. Además, ya se había asegurado meterse en el ATP Finals de Turín.

En un primer set muy parejo con cada uno apuntando a su propio estilo de juego, más intenso del lado del polaco, parecía que todo se encaminaba a un posible tie-break, pero apareció el quiebre definitivo cuando Hurkacz le ganó el servicio a Djokovic en el octavo game y se quedó con el primer parcial por 6-3.

Djokovic demostró una vez más su capacidad de recuperación en momentos calientes y, no solo se quedó con el segundo set para igualar las cosas, sino que encima lo ganó 6-0 frente a un Hurkacz que pareció relajarse unos momentos y bajar la intensidad.

Le costaría muy caro al polaco esa decisión, ya que Djokovic se puso 3-1 en el tercer set y, aunque Hurkacz lo pudo igualar, el serbio se mostró muy sólido e incluso tuvo match point cuando casi le vuelve a quebrar el saque a su rival. Fueron al desempate y ahí Djokovic encontró su pasaje a la final donde, no sólo se aseguró el número uno del mundo, sino que tiene todo para volver a levantar un título.