Los Juegos Olímpicos son lo máximo a lo que aspira un deportista. Por eso es normal que dejen todo en la pista y, a veces, pongan en riesgo su propio cuerpo con tal de llegar a lo más alto. Ese fue el caso de Verónica Saladín, que en la final de halterofilia de +87 kg, quedó en séptimo lugar, a pesar de sufrir una lesión en las rodillas.

La halterofilia es el deporte más destacado del país en Tokio 2020. Con la plateada de Zacarías Bonnat y el bronce de Crismery Santana, aportó a que se hiciera la mejor cosecha de medallas en la historia del país en los Juegos Olímpicos. Y con ese impulso, Verónica quería seguir ese legado.

Saladín, quien terminó en séptimo lugar, no pudo salir a cumplir con su tercer intento en envión por dolencias, tuvo 111 en arranque y 131 en envión, ocupando el séptimo lugar del torneo, que fue dominado por la china Wenwen Li, llevándose el oro con 320 kilogramos en la barra, para una nueva marca olímpica.

En su primer intento Saladín salió a la modalidad de clean jerk con 125 kilogramos en la barra y realizó bien su movimiento. En su segunda salida con 131 kilogramos logró dominarlo pero abandonó la plataforma cojeando. No pudo salir a su tercer intento, quedando en 131 kilos.

De esta forma, la subcampeona panamericana consigue el diploma olímpico, a pesar de las trabas que tuvo en su físico el día de hoy. Una muestra más de la garra y el corazón que le ponen los atletas a su sueño de estar en los Juegos