“… Juega lo más cercano a la perfección en el tenis…”- sentenció el sueco Jonas Bjorkman al ser preguntado sobre lo que representaba enfrentar a Roger Federer, allá por 2006, hace dieciséis años y esa es quizás la mejor manera de definir el legado de uno de los más grandes tenistas de la historia, para muchos el mejor…la perfección.

En aquel entonces, a comienzos de julio, Bjorkman acababa de perder en semifinales del torneo de Wimbledon ante Federer y sus palabras definieron de un modo exacto el momento de gracia que atravesaba el suizo de 25 años, en aquel entonces; justo antes de enfrentar al español Rafael Nadal en lo que sería el comienzo de una de las rivalidades icónicas en el mundo del deporte.

El comienzo

La historia de Federer pudiera empezar allí en Londres, en ese año, pero no antes, a los 13 años, había abandonado la ilusión de ser futbolista para tres años después abandonar las aulas y dedicarse por entero al tenis y también pudiera ser en ese momento, aunque verlo desfilar en la inauguración de los Juegos Olímpicos con la bandera de Suiza y después ganar una medalla de oro histórica, aún en la memoria, estos recuerdos, como flashazos, estremecen a miles de fanáticos.

Federer reencarnó como nadie, en una fusión única a los grandes del momento, para comienzos del siglo XX; Andrea Agassi, Pete Sampras, Ivan Lendl, John McEnroe, Björn Borg y si hoy se habla de era moderna en el tenis, fue gracias al helvético y a su clase mostrada en aquel entonces, apenas un adelanto de lo que vendría después…

Más que números

Y están los números, como pocos; 103 títulos, de ellos 20 en Grand Slam, pero más allá la clase, los “Momentos Federer” … esos segundos, fracciones ínfimas de tiempo en donde explota con toda su intensidad, su inteligencia, su derechazo como un látigo, también su revés, algo que solo lo pude hacer él, plano, con efectos, dándole la forma que quiere, tal como lo cuenta el célebre David Foster Wallace en su perfil sobre el suizo.

“… Y lo que Federer hace ahora de alguna manera, instantáneamente, es dar marcha atrás, saltar, tres o cuatro pasos, con una rapidez imposible para golpear con su revés y un efecto endemoniado y sensacional logrando que la pelota rebase a Agassi …”– así describe Wallace, en una especie de interpretación literaria la narración del partido final del Abierto de Estados Unidos de 2005 entre Roger Federer y Andrea Agassi… Federer en estado puro.

Y el tiempo vuela y Federer se irá, ya anunció que se retira del tenis profesional, lo hará a finales de septiembre, pero el halo fúnebre, como si con el muriera una parte de la mística de este deporte, ese halo se impone, merodea por todos lo contornos en todas las canchas del mundo; 24 años y mas de 1500 partidos para cerrar una trayectoria de leyenda…nada más que decir, solo agachar la cabeza, volver a mirar y no dejar de aplaudir.