Las Reinas del Caribe son uno de los equipos más poderosos de la región, no es en vano su apodo. Pero su historia es realmente reciente, porque recién a comienzos del siglo XXI el voleibol dominicano entró en la discusión con los mejores del mundo.

Y una muestra de eso se vio en la Copa Panamericana, ya que desde su creación en 2002, Dominicana siempre peleó el trofeo. Pero el título no llegaba. En las primeras seis ediciones, Las Reinas no se bajaron del podio: tres terceros puestos y tres finales perdidas eran demasiada espera para un equipo que ya merecía colgarse la medalla de oro en la competición. Y esa oportunidad llegó en 2008 en la edición realizada entre Tijuana y Mexicali, en tierras aztecas.

El torneo se llevó a cabo entre el 30 de mayo y el 7 de junio y participaron, no solo equipos de norte y centro américa, sino que también lo hicieron Brasil, Argentina, Venezuela y Perú en representación del voleibol sudamericano. A Las Reinas les tocó el Grupo A, en Tijuana, junto a Estados Unidos, México, Trinidad y Tobago, Costa Rica y Argentina.

El equipo criollo estaba compuesto por una generación de jugadoras que estaban dejando la juventud para entrar en la maduración deportiva y encarar su mejor momento a nivel deportivo. Sólo había dos veteranas, la capitana Cosiri Rodríguez y Milagros Cabral, las únicas que superaban los treinta años de edad.

El resto del equipo estaba compuesto por promesas del momento que dejaban los equipos juveniles y que, hasta no hace mucho siguen dando muestras de calidad. Prisilla Rivera (con 24 años), Niverka Marte (18), Bethania de la Cruz (19), Cindy Rondón (20) o Brenda Castillo (16) era un claro ejemplo del talento del combinado.

Y desde el primer momento se vio que Las Reinas iban por todo, a romper de una vez por todas la maldición de la Copa Panamericana. En el debut, ante Estados Unidos, vencieron 3-2 dejando en claro que no le iban a temer a ningún rival y que dejarían todo. El quinto set, ganado 15-8, fue una muestra de eso.

A ese triunfo le siguieron dos claras victorias: 3-0 a Trinidad y Tobago, y mismo resultado ante Costa Rica, los dos seleccionados más débiles del grupo. Luego, un tropiezo ante Argentina cayendo 3-1, que le quitó el invicto, pero luego la recuperación con otra victoria en sets corridos ante México para quedar como líder del Grupo A.

El liderato le dio la posibilidad a Las Reinas de acceder directo a semifinales y enfrentar a Puerto Rico, que venía de dar el batacazo en cuartos al ganarle a Estados Unidos por 3-1. Pero la hazaña de las boricuas quedaría en esa instancia, ya que Dominicana apeló a toda su autoridad y lo venció, también, por 3-1 para llegar nuevamente a la final.

Era la cuarta final para Las Reinas en la competición. Habían caído en 2002 ante Cuba, en 2003 ante Estados Unidos y en 2005, otra vez ante Cuba, esta vez como local. Pero en 2008 la situación sería totalmente diferente.

En la final esperaba Brasil, que había ganado su grupo y venía de dejar en el camino a Argentina por 3-0 en las semifinales. El partido enfrentaba a los dos mejores del torneo, de eso no había duda. Pero sólo uno se quedaría con la gloria.

Los dos primeros sets fueron para Las Reinas, pero con una paridad pocas veces vista: 25-23 y 30-28. Cada punto era clave. Y así llegó la reacción rival que emparejó las cosas en los dos sets siguientes, aumentando la presión criolla: 25-22 y 25-19 para Brasil.

El quinto set fue una muestra más de como Las Reinas jugaron con la cabeza fría en los momentos en los que más se necesitaba. Al igual que contra Estados Unidos, sacaron ventajas rápido y se llevaron la manga por 15-11 ganando el partido y el título.

Sería el primero para el país en la Copa Panamericana, pero no el último. Las Reinas volverían a triunfar en 2010, 2014 y 2016, siendo las más habituales en la final entre todos los equipos. Pero el primer título siempre es más especial, por eso se lo recuerda.