Es una de las grandes figuras de los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020. Grande en todos los sentidos, porque además de su increíble talento que lo convierte en la estrella de la selección de voleibol sentado de su país, es el segundo hombre más alto del mundo.

Morteza Mehrzad es iraní, tiene 33 años y sufre de acromegalia, una enfermedad que provoca que la glándula pituitaria produzca demasiada hormona de crecimiento, lo que deriva en que brazos, piernas, manos, pies y cara crezcan de manera anormal. Por lo tanto, su altura es de 2.46 metros.

Una enfermedad como esa puede acarrear numerosos problemas físicos, como psicológicos. Y Morteza no fue la excpeción. A los 15 años ya medía 1.90 metros y se fracturó la pelvis, lo que provocó que su pierna izquierda dejara de crecer y sea quince centímetros más corta que la otra. Una dificultad más cuya solución era la silla de ruedas para trasladarse.

Mehrzad, para ese entonces, ya sufría episodios de depresión, que se sumaban a sus limitaciones físicas. Durante esa etapa, pasaba largas jornadas aislado sin comunicarse o sin interactuar con otras personas, lo que evitaban que el joven pudiera desarrollar una vida, dentro de lo posible, normal.

Pero su vida cambió cuando, durante un reportaje en televisión, lo vio Hadi Rezaei, el entrenador de la selección nacional de voleibol en la modalidad sentada, que inmediatamente lo contactó para sumarse al equipo debido a sus condiciones.

El iraní saca ventaja de su gran altura y es la gran figura del equipo multicampeón

“El deporte es vital para las personas con discapacidades. Yo era tímido y no tan hablador, tenía miedo de hablar al principio, pero mis compañeros me trataron bien y me apoyaron. Ayuda a las personas con discapacidad a levantar el ánimo y también colabora a desarrollar la confianza en sí mismas“, declaró durante una conferencia en la previa de los Paralímpicos en Tokio.

Pero no integra cualquier equipo. Irán es la mayor potencia en esta rama del voleibol, ya que posee seis medallas doradas y dos plateadas en once ediciones. Y todas de forma consecutiva. Y Mehrzad fue parte de la historia, ya que tras llegar al equipo encajó perfectamente por su ventaja corporal.

Y se pudo dar el lujo de obtener un oro paralímpico en su primera participación, en Río 2016, tras ganarle la final a Bosnia, la otra potencia de este deporte. De hecho, entre 2000 y 2016, la final es entre ellos, alternándose el triunfo con Irán venciendo en 2000, 2008 y 2016, mientras que los europeos lo hicieron en 2004 y 2012.

Ahora, ese duelo se dio en semifinales y el ganador fue Irán con Morteza como figura, en el 3-0 que envió a los asiáticos a la final que disputarán el sábado ante el Comité Olímpico Ruso en busca de su séptimo oro en su novena final consecutiva. Y el más grande de todos estará entre ellos.