Todo el que ha corrido, hablando de cosas serias, media maratón o al menos 10 kilómetros a un nivel decente, a menos de 6 minutos por kilómetros diría para establecer una pauta; todo el que ha corrido así comprende que tal vez no hay mayor prueba de vida que el mero acto de correr de este modo y es que la combinación de brazos y piernas con una cadencia armoniosa es como una sinfonía de violines a los Bach o Mozart…todo es pura perfección.

En este punto, quizás no exista una mejor manera de expresar lo que se siente al correr que como lo hace el célebre Haruki Murakami en su libro De qué hablo cuando hablo de correr: “… No hay que ir a algún sitio especial, con un calzado adecuado y un camino que cumpla las mínimas condiciones, uno puede correr cuando y cuanto le apetezca… ” refiere Murakami en su texto, como una especie de resumen acerca de lo que significa correr.

La sensación de libertad, la adrenalina, el éxtasis total, la perspectiva de que no existen límites ni barreras para triunfar en la vida, son los patrones que se imponen cuando se habla de correr como un sentido de vida.

Un punto y aparte…Kipchogue

Y entonces, quizás como la máxima expresión de lo que hablamos emerge la figura de Eliud Kipchogue, el legendario Eliud Kipchogue, para muchos el mejor corredor de todos los tiempos, no solo por sus récords mundiales en la maratón, también por su consistencia y su longevidad en el asfalto.

Hoy, al minuto de escribir este texto, trasciende todavía el hecho de que Kipchogue batió hace apenas unos días el récord, su récord mundial en los 42 kilómetros durante el certamen de Berlín, con marca de 2 horas, 1 minuto y 9 segundos, quebrando su propio registro de 2018, de 2 horas, 1 minuto y 39 segundos, también en la capital alemana.

Algo increíble, digno de aplaudir hasta el cansancio, pues a sus 37 años, un hombre sigue desafiando sus propios límites y todavía sueña con bajar de las 2 horas en algún momento.

La historia

Sin embargo, aunque parezca, no es una historia que siempre ha sido color de rosa, pues si bien Kipchogue saltó a la fama en las Olimpiadas de Atenas en 2004 y Beijing en 2008, llevándose la plata y el bronce en los 500 metros, años después llegaría incluso a quedar fuera del equipo olímpico de Kenia allá por 2012, tal como lo rememora un reportaje reciente de la cadena alemana Deutsche Welle.

Ese suceso para nada aminoró o quebró la voluntad de Kipchogue quien se enfocó con más fuerzas en legitimar su legado en el maratón y desde entonces llegaron los éxitos, 2016, 2018, 2020 y ahora a finales de septiembre, cimentando su leyenda bajo La Puerta de Brandeburgo.

La vida de Kipchogue

Empezar a las 5 de la mañana, con un ritmo vertiginoso, el mismo de hace diez o quince años atrás, con altos volúmenes de carga y una meta fija en el horizonte, bajar de las 2 horas. De esta manera transcurre una jornada común para Kipchogue en su tierra natal.

Ya en 2019 pudo romper la barrera en Viena, la capital de Austria, pero su tiempo no fue legitimado de manera oficial y desde entonces Kipchogue se obsesionado aún más con el objetivo.

Hablar de Kipchogue nos lleva a evocar aquella leyenda de Filípides, el soldado griego que corrió más de 40 kilómetros para anunciar la victoria de la Liga Helénica ante el Imperio Persa, en la primera Guerra Médica, allá por el 490 A.C y es que el mítico keniano parece no tener límites y eso traduce a las claras su clase dentro del mundo del deporte… Eliud Kipchogue, el inigualable.