La web oficial de Tokio 2020 reveló una entrevista realizada a la atleta dominicana Alejandra Aybar, abanderada quisqueyana, que llevará el gorro de natación de su entrenador en los Juegos Paralímpicos Tokio 2020, como muestra de su agradecimiento hacia él y para hacer realidad su sueño.

“No tengo palabras para explicar lo importante que es para mí mi entrenador Gálvez Capriles”, dice.

Alejandra Aybar y su entrenador, Galvez Capriles, en las Series Mundiales de Para Natación en Indianápolis, Estados Unidos.

Aybar le da mucho reconocimiento a su entrenador Capriles por ayudarla a hacer historia para la natación dominicana, ya que es la primera nadadora quisqueyana en asistir a unos Juegos Paralímpicos. Capriles también la entrenó para conseguir una medalla de plata en los 100m braza SB6 en los Juegos Parapanamericanos Lima 2019, en Perú.

Para ella es el fruto de muchos años de esfuerzo sacrificio y momentos duros, es todo un sueño por cumplir el solo hecho de estar en los Juegos Paralímpicos de Tokio. Será un momento especial para ella y su entrenador, que por cierto es un ex nadador de élite sin discapacidad que esperaba clasificarse para los Juegos Olímpicos, pero se quedó fuera por una lesión.

“Gálvez me dijo que al clasificarme para los Juegos Paralímpicos estoy cumpliendo su sueño de ir a los Juegos”, dijo Aybar. “Le preguntaré si puedo llevar su gorro de natación para competir en Tokio. Será un gran placer nadar allí sabiendo que su sueño se ha hecho realidad”.

Pero aparte de cumplir el sueño de estar en los Juegos Paralímpicos, Aybar también sueña con ganar: “Los atletas se entrenan todos los días para ganar el oro, ganen o no. Yo estoy decidido a ganar el oro”.

La nadadora piensa igual que la mayoría de los atletas, retornar a casa con una medalla se trata de un logro histórico y hasta increíble. “Es muy difícil ser una Para atleta de élite en un país como el mío, así que estoy muy orgullosa y agradecida por todo lo que hemos conseguido con mi entrenador”, expresa.

“Tengo un psicólogo deportivo increíble, y me siento afortunada de tenerlo a mi lado, pero no tenemos médicos, nutricionistas, fisioterapeutas, gente que analice la mecánica de mis carreras, ni la gran tecnología, ni patrocinadores para todo lo que necesitamos”.

“Cada pequeña cosa que hemos conseguido [Gálvez y yo] es en base de sacrificios físicos, emocionales y económicos”.

La exitosa carrera de Aybar, también le ha ayudado a a promover la discapacidad, así como la inclusión y el acceso a los Para deportes en su República Dominicana. En los Juegos Paralímpicos Río 2016 solo había dos Para atletas en el equipo nacional: en atletismo y en ciclismo.

“Los Para atletas solían vivir en la sombra, y yo estoy intentando cambiar eso”, explica. “Ahora soy la Para atleta más famosa de la República Dominicana, no solo por mi medalla en Lima, sino también por mi lucha contra la discriminación”.

“Quiero la aceptación y la inclusión de las personas con discapacidad en la sociedad y el deporte”.

Descubrir la natación cambió su vida

La vida Aybar no ha sido nada fácil, nació con la que muchos denominan ”enfermedad de los huesos frágiles”, la osteogénesis imperfecta (OI), que afectó a su movilidad. Debido a ello, durante su infancia sufrió múltiples fracturas en las piernas y las caderas, soportó dolores extremos y se sometió a innumerables operaciones con largos periodos de recuperación.

No podía entender cómo Dios me hizo así y por qué tenía que soportar tanto dolor. Odiaba mi aspecto y muchas veces pensaba que era fea. Quería esconderme de todo el mundo

Su hogar era su mundo y su vida. Creció en Azua, un pueblo rural, donde vivía con su madre Bella, quien es contadora, su hermana menor Chabely, ejecutiva de ventas. Alejandra también creció con su hermano mayor Alejandro, trabajador de una agencia gubernamental que también tiene osteogénesis imperfecta.

“Mamá siempre me vio como una heroína, para ella soy la niña más resiliente y maravillosa, y eso me ayudó a superar todos los desafíos”.

Y es que con su gran historia de superación, si que es similar al caso de una heroína, sin embargo la vida fuera de su casa podía ser complicada. “Crecer en un barrio pequeño fue duro porque yo era diferente”, dice Aybar, que mide 1,3 m.

“Todo el mundo me miraba y susurraba delante de mí. Me sentía fatal. Solo tenía un amigo. A pesar de ello, afrontaba los desafíos físicos con valentía, pero me sentía vacía por dentro, como si me faltara algo”.

Pero todo empezó a cambiar cuando descubrió la natación. En 2014 su médico le aconsejó que se dedicara a este deporte después de haberse dañado la rodilla derecha. Tenía 26 años y nunca había aprendido a nadar.

Estudiaba en Santo Domingo, y una visita a una piscina en la capital, cambió su vida para siempre. “Fue increíble. No sabía nadar, pero disfrutaba de la sensación del agua y podía mover las piernas”.

“Me pregunté: ¿Cómo he vivido tanto tiempo sin conocer este cielo? Me sentía viva en el agua”.

Al principio también fue complicado, ya que le negaron las clases de natación porque su discapacidad podía retrasar la clase, algo insólito. Pero Aybar luchó contra la discriminación y ganó. Más adelante, un entrenador la invitó formar parte del equipo Delfines del Naco Masters, donde se entrenó junto a nadadores sin discapacidad.

Su progresión fue bastante rápida. En 2016 estuvo en su primera competencia nacional y un año más tarde, a los 28 años, se convirtió en la primera nadadora de la República Dominicana en competir en una final de un Campeonato Mundial.

Aybar fue sexta en los 50 m mariposa y octava en los 100 m libres en el Campeonato Mundial México 2017. También compitió en Londres 2019 y sigue siendo la única Para nadadora femenina que entrena y compite por su país.

“Estoy orgullosa de mi carrera como nadadora. Me ha hecho sentir empoderada. Me encanta poder moverme rápido en el agua”.

Los beneficios psicológicos también han sido profundos: “La natación me ha ayudado a quererme a mí misma. Ahora amo cada parte de mi cuerpo y el uso de trajes de baño. Me siento guapa. También tengo amigos que me quieren tal y como soy”.

Admiradora de Krystal Lara

Hace un tiempo habló acerca de la nadadora dominicana Krystal Lara quien participó en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020: ”Compartí solo una vez con ella, y con eso alcanzó para ser una gran inspiración para mi”

Ingeniera y líder

A veces el deporte se parece mucho a la vida, y en su caso mucho más, ya que en ámbos aspectos Aybar ha demostrado a otras personas lo que puede lograr. “Siempre me decían ‘no puedes hacer eso’, pero si alguien lo dice lo hago igual”. Aybar, que ahora tiene 32 años se graduó en Ingeniería Industrial.

Ignoró los comentarios negativos y fue galardonada con el premio de graduada sobresaliente por el Instituto Tecnológico de Santo Domingo, y más tarde consiguió un trabajo como ingeniera de calidad en una empresa de dispositivos médicos.

Por si fuera poco, luego volvió a la universidad para dar un discurso a 500 graduados a través de YouTube. También fue invitada a dar una charla TEDx y fue seleccionada para el programa de futuros líderes para América Latina, Portugal y España.

La influencia de Aybar como modelo a seguir ha sido magnífica: “Un médico se puso en contacto conmigo hace poco cuando una paciente dio a luz a una niña con osteogénesis imperfecta y quiso darle esperanza a la familia a través de mi ejemplo de vida”.

La Para nadadora se está preparando actualmente para los Juegos Paralímpicos pospuestos de este verano. Su entrenamiento se vio interrumpido por la pandemia de COVID-19, cuando se cerraron las piscinas y los gimnasios, pero ya ha vuelto a la carga.

“Ni yo ni mi entrenador hemos estado en Japón y estamos muy ilusionados”, afirma.

Es un viaje que quizás nunca pasó por la mente de Aybar, pero con la ayuda de su entrenador Capriles, soñar en grande es ahora parte de su vida. “Vivamos más allá de nuestros límites y permitámonos soñar y alcanzar nuestros sueños”, remarca.

“Los obstáculos y los desafíos siempre estarán ahí, pero como dice mi entrenador antes de cada carrera, ‘sonríe y disfruta’, porque el resultado depende de cómo afrontemos las cosas que no podemos controlar”.