Pase lo que pase mañana, habrá cita con la historia. Sea cual sea el resultado de la final de Roland Garros, se presenciará un hecho que quedará en los libros del deporte mundial. Ya sea que Rafael Nadal sea el que levante y muerda, una vez más, el trofeo; o sea que el noruego Casper Ruud gane su primera final de Grand Slam.

Caminos distintos tuvieron que pasar. Nadal, con un físico en duda, llegó como quinto preclasificado al torneo, aunque sus antecedentes lo ubican como máximo favorito. En la arcilla del Abierto Francés parece imbatible sea cual sea el contexto en el que juegue.

Así, superó las más de cuatro horas de juego tanto en los octavos de final ante Auger-Aliassime (en cinco sets), como con Novak Djokovic en cuartos (cuatro sets). Es verdad que la “suerte” le sonrió con la lamentable lesión de Alexander Zverev en semis, cuando el alemán lo había puesto en muchos aprietos al español. Si bien Rafa había remontado un increíble tie break para llevarse el primer set, su juego no era el mejor. Pero pasó.

Por otro lado, Ruud llegó a la final en una sección del cuadro que ya se preveía que iba a dar sorpresas, ya que no había demasiadas figuras rutilantes y lo mejor estaba del otro lado. Sin desmerecer, el principal candidato del cuadro inferior era Medvedev, pero en arcilla no ha ganado ningún torneo y su juego se limita demasiado.

Eso, sumado a varias sorpresas, como las eliminaciones tempranas de Tsitsipas o Rublev, hicieron que Ruud avanzara sin inconvenientes hacia la final. Debió batallar varias veces, eso sí. Como contra Sonego en tercera ronda (cinco sets) o contra Marin Cilic en semis en la que perdió el primer set.

Por eso, si Rafa se hace con su decimocuarto Roland Garros, no solo seguirá agrandando su dominio en el Abierto Francés y aumentando la altura de la vara, sino que además, llegará a los 22 títulos de Grand Slam, superando por dos a Djokovic y Roger Federer, haciendo cada vez más complicado que lo alcancen. Ruud, por su parte, jugará su primera final en una major y si gana, será el batacazo absoluto.