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En unos meses, a mediados de junio, se cumplirán cuatro años de aquel suceso, del momento que marcó el adiós de una de las grandes deportistas dominicanas en todos los tiempos.

Fue un 12 de junio de 2019 cuando Yuderqui Contreras decidió retirarse del deporte activo y al evocar el recuerdo de aquella jornada, leyendo en las páginas de los diarios, repasando como en sutiles flashazos las imágenes de la ceremonia, los reconocimientos, las sonrisas, las palabras sentidas en homenaje a su carrera, al evocar el acontecimiento, la primera sensación que se impone es la de respeto.

El origen

Había nacido en 1986, un 27 de marzo, allá en San Pedro de Macorís y si bien sus primeros pasos fueron en el atletismo, disciplina en la que pudo descollar, si bien Yuderqui comenzó su andar en el deporte de este modo, su fortaleza física y esa determinación que siempre la ha caracterizado, la llevaron a decantarse por las pesas.

La legendaria atleta se inició en la halterofilia con apenas 14 años y desde el primer instante, sus entrenadores sabían que la criolla tenía el potencial para abrirse paso como pesista.

Un comienzo por todo lo alto

Contreras estuvo bajo la égida de avezados preparadores como Félix Ogando y Héctor Domínguez y ya para 2003, con apenas 17 años obtenía medalla de plata a nivel panamericano, instancia en la que repetiría en el podio en 2004, luego de agenciarse la presea de bronce en la justa efectuada en Cali, Colombia.

Su irrupción por todo lo alto en el panorama competitivo le posibilitó ganarse la admiración de fanáticos y entendidos en materia deportiva y en 2005, la caribeña tuvo uno de los momentos cumbres de su carrera, justo cuando se erigió medallista en el Campeonato Mundial celebrado ese año, convirtiéndose en la segunda dominicana en lograr una hazaña de semejante calado, después de Eridania Segura.

El legado

Todos tenían que hablar de ella, por su consistencia, disciplina y el tesón que le impregnaba a cada reto, fue varias veces Atleta del Año, ganó el oro en los Juegos Centroamericanos de 2006, así como en los Juegos Panamericanos de 2007 y 2011, además de un meritorio quinto lugar olímpico en 2008, cuando debió sopesar un supuesto caso de dopaje, que al final acabó siendo un error.

Se trata de una estela única, esta de Yuderqui Contreras, una impronta matizada por constantes épicas que con el tiempo le han otorgado a la quisqueyana, la distinción de inmortal.