Un cierre de altura en el cuarto set para desplomarse por completo en el tea break y matar la ilusión de miles de seguidores de Las Reinas del Caribe, en República Dominicana y más allá, porque sí, hasta ese último parcial, justo antes de que Canadá sacara esa ventaja de 5 puntos, hasta ahí había opciones.

Quizás el golpe psicológico de perder el tercer set las sacó de juego, por lo que representaba, ya que las obligaba a asegurar y ponerse a la espera de una derrota de Polonia y en el cuarto, la casta se impuso para salvar el honor; siempre con Gaila, a la hora cero, grande e inmensa, lo mejor por mucho de las quisqueyanas en el certamen, pero el desenlace se veía venir, era un guion ya escrito y las canadienses supieron leer muy bien para despedirse por todo lo alto del Mundial.

Y sí, no dependían de ellas, estaban amarradas al resultado del elenco polaco que justo al momento de escribir este texto aseguraba la cuarta plaza del grupo gracias a su victoria 3-2 ante Alemania.

Matices

Desde ya comenzarán los debates, que debió ser de un modo o de otro, que faltó empuje ante Tailandia y Estados Unidos o si se vieron desconcentradas en algunos tramos importantes de la segunda fase, en particular ese duelo ante las norteamericanas; habrá de todo, hasta las criticas más ofensivas, pero es el deporte, el deporte de alto nivel y de un modo u otro pueden darse todo ese tipo de situaciones.

Mirando en retrospectiva hay un elemento común que sobresale desde el mismo primer juego ante Corea del Sur y es el de los problemas con el servicio; factor este que se complejizó mucho más cuando tocó enfrentar a Turquía y ya en Lodz frente a serbias y estadounidenses era cuestión de tiempo.

Se pudo mostrar más ganas y en buena medida en el voleibol moderno juega un rol fundamental el factor psicológico y anímico, vital en el resultado obtenido ante el poderoso elenco balcánico, pues las criollas jamás pudieron imponerse a la tensión propia del arranque inicial.

El necesario juego colectivo

De igual manera, asociado a las fallas en el servicio, las caribeñas también perdieron múltiples oportunidades de poder desarrollar con efectividad los complejos k-2, de suma importancia en una segunda ronda de un Campeonato Mundial, algo que no puede faltar a este nivel del voleibol.

No se debió perder con Tailandia, ese era un juego que las podía haber ubicado de líderes del grupo incluso, dejándoles para el final a los elencos poderosos; algo que hubiera incidido en una posible clasificación a cuartos sin tanta zozobra.

Al mismo tiempo se sintió la falta de rodaje competitivo, de una dinámica de grupo tan fundamental en los deportes colectivos, pero que de cara a los Juegos Olímpicos debe ser algo a consolidar por Marcos Kwiek y su grupo.

La idea era quedar entre los 8 y no se dio, Dominicana debe esperar los resultados de Bélgica y Holanda para definir los puestos del 9 al 11 y desde ya, enfocar la mirada en la justa de la capital francesa.

Pudo ser un mejor Mundial, no hay dudas y esa sensación de no tener la capacidad para saltar el próximo peldaño es la que se impone, pero quiero pensar que en 2026 será diferente, no sé… ¿qué cree usted?