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Hay de todo en ella, elegancia, belleza, altivez y carácter, sin dudas la mezcla perfecta para definir una personalidad única, como esa que por veinte años vimos todos sobre el taraflex.

Y es que para hablar de Prisilla Rivera no se puede hablar en otros términos que no sean los asociados al respeto y a la admiración que la estelar voleibolista se ganó sobre la cancha.

La figura

Imponente, por su tamaño y esa candidez que denotaba en cada gesto, en la expresión a veces exagerada pero necesaria para motivar a sus compañeras y la vimos, incluso, quien no la haya podido ver, solo debe googlear su nombre y en fotos y artículos de diarios deportivos se puede ver a Prisilla Rivera, siendo un referente del voleibol femenino en estas primeras dos décadas del siglo XXI, no solo en República Dominicana, también a nivel regional y continental.

Su historia da para hacer una película o escribir una hermosa novela pues desde aquella irrupción en el Mundial Femenino Sub -18, efectuado en Croacia, allá por 2001, desde ese entonces, Prisilla sentó las bases de su auténtico legado.

La impronta

Todo empezó allí, en suelo balcánico y con el paso de los años, la nacida en Santo Domingo, un 29 de diciembre de 1984, enamoraría a los fanáticos y especialistas con su  estilo de juego.

Rivera fue una de las principales exponentes de la histórica medalla de oro que obtendría la escuadra dominicana en los Juegos Panamericanos de 2003, luego de vencer a Cuba en cinco sets y un año después en 2004, participaría en los Juegos Olímpicos de Atenas, cita en la cual el combinado nacional terminó en el onceno lugar.

Ya para ese momento, el prestigio alcanzado con poco más de 20 años le habían abierto las puertas de Europa y en España, la caribeña también dejó sus huellas con el representativo de Murcia.

Los buenos resultados continuaron; medalla de oro en los Centroamericanos de 2006 y MVP de la Copa Panamericana en 2010, justa donde se colgó de igual modo la presea dorada.

En 2012, ya siendo toda una consagrada, Rivera fue una de las protagonistas de aquel memorable quinto lugar de las Reinas del Caribe durante los Juegos Olímpicos de Londres.

El adiós 

Nueve años después, ya a las puertas del retiro, participa en las Olimpiadas de Tokio, quizás el mejor epílogo para una carrera tan notable.

El adiós se concretaría el 19 de septiembre de 2021, con el partido final de la Copa Panamericana celebrada en Santo Domingo, certamen donde las criollas se impusieron de manera invicta, sin perder ni un set.

Su legado es imborrable y en los libros, cuando se vaya a escribir del deporte dominicano y de la mujer, habrá que reservar un capítulo aparte para Prisilla Rivera.