Con lágrimas en los ojos, Tom Hamilton revive una y otra vez lo que sucedió aquel 31 de octubre del 2003, fecha en la que el ataque de un tiburón cambió la vida de Bethany Hamilton inesperadamente en cuestión de segundos.

“Fui a verla, estaba blanca como un papel. Estaba pálida por la pérdida de sangre y cuando miré hacia abajo su brazo ya no estaba. Fue impactante. El peor momento de mi vida fue ver eso. Pero fiel a su espíritu positivo me dijo: ‘No te preocupes papi, estaré bien’”.

Por aquel entonces, la joven de 13 años se perfilaba como la mejor surfista del mundo. Una niña intrépida, arriesgada, valiente y decidida comenzaba a asombrar por su habilidad con la tabla tras ganar varias competencias en su Hawái natal.

“En el primer año ganó todo en lo que participó. Era una máquina y al poco tiempo la patrocinó Rip Curl”, explicó su padre repleto de orgullo en el documental Imparable: La vida sin miedo (Netflix) que relata la historia de su hija.

Bethany, la tercera hija de la familia, nació prácticamente en el agua. Con nueve años la empresa australiana Rip Curl posó sus ojos en ella tras una competencia infantil y le ofreció un contrato sin dudarlo, con diez debutaba profesionalmente con una victoria en el vigésimo tercer campeonato anual Haleiwa Menehune y con 13 su futuro cambiaría para siempre, cuando un tiburón le arrancó su brazo izquierdo.

Como todas las mañanas, cerca de las 7 am, Bethany se levantó, desayunó, tomó su tabla y se dirigió a la playa para encontrarse con Alana (su mejor amiga), Byron (hermano de Alana) y Holt Blanchard (Padre de Alana).

Con el objetivo de tomar las mejores olas que podía ofrecer la playa de Kauai, Beth y su amiga se alejaron unos 300 metros de la costa para cazar una buena manga. Eran las 7:35 cuando ambas se encontraban acostadas en sus tablas; Bethany con un brazo sumergido en el agua, sin imaginar lo que estaba a punto de suceder.

El mar cristalino rápidamente se tiñó de rojo. Los gritos de dolor y desesperación retumbaron en medio del silencio y la tranquilidad que imperaba en la zona. Un tiburón tigre de cuatro metros le había arrancado el brazo izquierdo justo por debajo del hombro.

Minutos después, y gracias al rápido accionar de Alana y su familia, Bethany ya estaba en la cama de un hospital; viva, pero en estado crítico tras haber perdido cerca del 60% de su sangre. “Vi como le comieron el brazo a mi amiga. Definitivamente me afectó. Tuve muchas pesadillas y hasta ahora le tengo miedo a los tiburones”, reveló Alana Blanchard en el documental estrenado en 2018.

“A los seis días de perder el brazo ya tenía esperanzas de volver a surfear. No sabía lo que pasaría, ni cómo se vería, pero quería intentarlo”, recuerda. Cuatro semanas después del traumático accidente ya estaba nuevamente dentro del agua.

A pesar de vivir por 13 años con ambas extremidades, con una gran fuerza de voluntad, la pequeña no tardó en adaptarse a su nueva vida cotidiana. Sin embargo, en lo que respecta al surf, las cosas no estaban saliendo como lo imaginaba.

“La mitad de las dificultades de surfear con un brazo eran atravesar el oleaje para poder atrapar las olas. No podía salir porque no podía zambullirme. Las olas me chocaban una y otra vez”, explicaba sobre aquellos momentos difíciles de depresión y ofuscación. “Ella se desanimaba y yo me desanimaba al verla así”, agregaba su padre.

Tom era consciente de los obstáculos que estaba teniendo su hija y decidió hacer algo que iba a cambiar completamente el futuro de su vida deportiva. “Me di cuenta de que no podía aferrarse a su tabla y se me ocurrió la idea de colocarle un mango que usaría para aferrarse y poder zambullirse y luego salir”.

Dos años después del accidente, Bethany sorprendió a todos al presentarse en el Nacional de Estados Unidos sub-18. Era la primera vez que una surfista iba a competir sin un brazo. Remar con un brazo, agarrar una ola, pararse en la tabla… parecía algo imposible.

Aquel triunfo marcó un antes y un después en su vida. Bethany nunca resignó sus sueños. Con 14 años había logrado lo que sus compañeras no pudieron con ambos brazos.

Para ese entonces su nombre ocupaba las principales portadas de los medios estadounidenses. Su historia de superación despertó la admiración de todos, convirtiéndose en un ejemplo de resiliencia tanto para los jóvenes como para los más grandes.

Su autobiografía publicada en 2004 Alma de surfista: una historia real de fe, familia y lucha por regresar a la tabla, se volvió un éxito de ventas, al igual que su película Heart Of a Soul Surfer, estrenada en 2011, y con la que se recaudaron 10,6 millones de dólares durante el primer fin de semana siendo una de las más taquilleras del país norteamericano por ese entonces.

En lo que respecta a su vida personal, en 2013 conoció a Adam Dirks, su actual marido y compañero de aventuras con el que conformó una familia junto a sus tres hijos (Tobias, Wesley y Micah).

Menos de un año después del nacimiento de su primer hijo, Bethany recibía una invitación especial para competir en el Profesional Femenino de Fiyi del World Surfer League (WSL), la entidad que regula el deporte en el mundo. Sin pensarlo dos veces, y tentada por su espíritu competitivo, la hawaiana tomó su tabla y partió rumbo al archipiélago oceánico.

Bethany lo había conseguido. Iba a competir junto a las mejores del mundo. Su primera rival iba a ser nada más ni nada menos que Tyler Wrigh, la vigente campeona y número dos en el ranking internacional. Al final de la jornada, Hamilton celebró al ganar y pasar de ronda.

“Fui atacada por un tiburón a los 13 años y perdí mi brazo. Me he mantenido estable en mi mente y mis creencias. A pesar de los desafíos que la vida me presentó, hice mucho más en mi vida de lo que jamás podría haber imaginado. Hoy soy esposa, mamá de tres hermosos niños sanos y esta verdad sigue siendo la misma: Dios me ama, y ser surfista profesional es mi vocación”, asegura Bethany Hamilton en la biografía de su página web oficial.

La hawaiana, que el año pasado integró la lista de los 50 deportistas más influyentes del 2021 junto a Lionel Messi, Simone Biles, Rafael Nadal y Lebron James entre otros, hoy entrelaza su amor por el deporte con su faceta social dando charlas motivacionales, dirigiendo la fundación Maravillosamente Defectuosa (antes conocida como Amigos de Bethany) ayudando a quienes vivieron una situación similar a la suya, y brindando cursos online sobre superación personal.

En cuanto al surf, en enero de este año Beth renovó su contrato con Rip Curl por cinco años más, manteniendo una estrecha relación desde el primer momento en que la firmaron (1999): “Estoy un poco asombrada de que hayamos estado juntos tanto tiempo”, remarcó.

Además, continúa compitiendo dentro de la WSL. Su última participación fue como invitada tras la lesión de Stephanie Gilmore en el Billabong Pro Pipeline de finales de enero. Hamilton integró el grupo 5 junto a Tyler Wright e India Robinson, accediendo a los octavos de final de la eliminatoria 5. Fue en esa instancia en la que se despidió del torneo al quedar por debajo de Carissa Moore (actual número 4 del ranking), obteniendo el 9no lugar.

 

“Cuando sientas que la corriente está continuamente en tu contra… Sigue adelante, sigue creyendo, encuentra tu esperanza y acércate a un ser querido. ¡Puedes vencer!”, es uno de los consejos de Bethany a sus más de 2.1 millones de seguidores en sus redes sociales.