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Hace tres semanas Ronny Mauricio dijo que trabajaría para mejorar. Para este prospecto, el trabajo diario y escuchar es la clave del éxito. Los resultados están a la vista: el lunes amaneció como mejor remolcador de Lidom con 22 llevadas a casa y segundo en promedio de bateo, con .316, solo superado por los .318 de Henry Urrutia.

El domingo impulsó dos carreras en el cierre del octavo inning que resultaron cruciales. Sin esas anotaciones los Tigres hubiesen perdido. “Trabajo, trabajo. Yo siempre lo he dicho desde que llegue de cómo voy a terminar también es mi trabajo”, declaró a la prensa.

Mauricio ha asumido la responsabilidad con mucha madurez. “Lo que hay que hacer es asumir la responsabilidad y seguir trabajando”, contesta. Y es que los números que ha puesto hasta ahora lo ponen en la lista de los tres primeros para competir por el premio de Jugador Más Valioso de la temporada.

“Yo solo sigo trabajando. Quiero dar lo mejor de mí y lo que se busca es ganar. Si me gano el premio, pues gloria a Dios”, destaca.

Entre el 11 y el 20 de noviembre, el segunda base y designado de los Tigres del Licey ha conectado hits en todos los juegos, excepto en uno. Durante el citado período batea para .364, producto de 12 hits en sus últimos 33 veces al bate.

Durante esos ocho juegos en los que ha participado ha conectado en cuatro dos o más hits. Un verdadero vendaval el chico del Licey. Por si fuera poco, sus tres últimos hits fueron para consolidar una victoria azul frente a las Águilas.

“Siempre siente bien ganarle a las Águilas”, alcanzó a decir.

Más allá de la victoria, el espigado jugador ha ido asimilando el conocimiento adquirido. “Los lanzadores saben que yo puedo hacer daño”, afirma. “Para nadie es un secreto de que la liga se pone más dura en diciembre. Entonces ellos tratan de tirarme más pelotas fuera de la zona. Yo lo que estoy haciendo ahora es tratar de minimizar lo más que pueda mi zona de strike.

Sea como sea, Maurico se consolida cada día más como una de las sensaciones del campeonato. Ha dado batazos de todos los calibres: 11 dobles, un triple, dos jonrones. Siempre va a la práctica de bateo con un plan en mente y, como él mismo dice, es una esponja para absorber los buenos consejos que le dan sus compañeros.

Ojalá siga así, porque su manera de jugar deleita a todos por igual, sin importar quien esté jugando. Sin embargo, hay un factor que todos temen y que pende sobre el ambiente: la llamada. Esa famosa llamada diciéndole que pare. Ojalá y no suceda.

Y que no suceda por el bien de este campeonato.