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Cuando hago opinión no me gusta pontificar, mucho menos creerme dueño de la verdad, porque no lo soy, y mucho menos en un deporte tan difícil y duro como el beisbol, pero en vista de afirmaciones “tendenciosas” que he visto tanto en las redes como en los medios de comunicación donde personas que se la tiran de responsables tildan de “fanáticos” a un  grupo de profesionales solamente porque no emitieron el critero que ellos pensaban que debía prevalecer, he decidido apertrecharme en esta trinchera para comenzar a despedazar las falacias que los mercachifles del mercado de la opinión venden con el sancta santorum .

La primera de todas las falacias es pensar que una opinión es más importante que la otra porque esa opinión tuvo más views o genero más clics que la otra o porque tal o cual persona analiza el juego de una manera o de otra manera. Esto puede responderse con una sencilla frase atribuida a Confucio: “Las abejas no pierden el tiempo explicando a las moscas que el néctar es mejor que excremento”. Lo importante es saber en que bando estás, si en el de las abejas o en el de las moscas.

Antes de continuar diré lo siguiente, no soy del Licey ni de equipo alguno en este beisbol. Soy periodista y el ejercicio de la profesión me ha dado esa capacidad de quitarme el disfraz y la careta. Dejé de seguir a equipos y a peloteros. Para mí lo que importa es el juego. Quien lo hace bien, a mi modo de ver, merece el elogio, quien no ejecuta la crítica. Y digo así, porque a mí no me pagan ni por jugar pelota ni para hacer análisis. A mí me pagan por informar y por escribir sobre los protagonistas del juego. Más nada.

Así que cuando alguna persona dice que la prensa votante en los premios de azul,  generaliza y mete a todos en el mismo saco, primero miente y segundo comete la falacia de la generalización precipitada. Es decir, da una premisa falsa, basado en un hecho real, resultado, para luego meter a todos en el mismo saco y sacar una conclusión que no es cierta.

Por eso explicaré, pues la audiencia es quien merece alguna explicación sobre el voto, por ejemplo que hice de Rainer Núñez sobre Jerar Encarnación. La primera de todas, y la que me pareció la variable de mayor peso a la hora de considerar mi voto fue esta: Encarnación tuvo mejores números que Núñez con 70 turnos menos. ¿Qué hubiera pasado y el grandeliga de los rapaces consumía esa cantidad de veces al bate? El beisbol es un juego donde se tiende a bajar cuando se avanza en una temporada.

Nadie puede decir que el slugger de las Águilas iba a seguir con ese ritmo avasallante si jugaba la misma cantidad de juego que el las Estrellas. Ese fue mi primer argumento. Según las reglas del beisbol, las cuales no las inventé yo, Encarnación no podía aspirar a ningún champion en ningún departamento.

Esto sin contar que un muchacho como Núñez, ficha de un equipo como las Estrellas Orientales donde la bola corre poco, fue líder jonronero de Lidom en su primer año en esta liga y con una experiencia que no va más allá de clase A+, mientras que Encarnación no calificaba, si quiera, para el premio, ya que estuvo más de 45 días en el roster de Grandes Ligas, dejó de serlo en MLB en la campaña de 2022. Es decir, íbamos a votar por un “Novato del Año” que no era ya novato en las mayores, pero sí queríamos que lo fuera en Lidom.

Eso, además, está prohibido en los estatutos del premio. Es como decir que el año pasado se podía votar por Albert Pujols para “Novato del Año” en Lidom porque nunca había consumido un turno en en dicho circuito. Eso es absurdo desde todo punto de vista. Y, además, va contra los estatutos del premio. Y, por si fuera poco, se llama sentido común.

Podría seguir argumentando y poniendo sobre la mesa más razones. Voté por quien yo consideré. En una votación se aceptan los resultados, porque es un cuerpo colegiado el que decide. Por eso si mañana, cuando se entrega el “Pitcher del Año” ganan César Valdez y no Yuniesky Maya, por quien yo voté, no saldré, cual Caifás a rasgarme las vestiduras. Yo ya expliqué en columnas anteriores quién era el mejor pitcher de Lidom.

Dentro de poco, y para que no me tilden de cualquier cosa, explicaré porque no le di el voto a Ángel Ovalles, cosa que iba a hacer, pero dos juegos perdidos en la mesa por culpa del departamento que él dirige le quitaron la mención.

El beisbol es libetad, libertad en movimiento.