En Barcelona confían en volver a crear un equipo campeón apostando por un técnico con ADN Barça. La fidelidad a un modelo, a un estilo y a unos valores permitió construir, en el 2008, el mejor Barça de la historia. Y el máximo dirigente blaugrana pretende repetir la hazaña con Xavi en el banquillo.

En su momento, Pep Guardiola tomó decisiones drásticas (las salidas de Ronaldinho y Deco) e impuso normas. Y apostó por la cantera (subió al primero equipo a Sergio Busquets y Pedro). Lo mismo que debe hacer ahora Xavi si quiere revertir la dramática situación que vive el club.

Xavi tiene tres retos inmediatos: desprenderse de futbolistas tóxicos para el vestuario (como Coutinho y Umtiti), poner firmes a los capitanes (especialmente a Piqué, pero también a Busquets, a Jordi Alba y a Sergi Roberto) y buscar refuerzos en el mercado de invierno (sobre todo un goleador para suplir la baja del Kun Agüero y la ineficacia de Luuk De Jong).

Ayer, en su primera charla en el vestuario blaugrana, ya marcó la línea. Les reprochó la falta de intensidad de la segunda parte, los errores individuales y el desconcierto total. Desastres como el del sábado no pueden repetirse. Y Xavi no los va a permitir. Porque, por encima de todo, está la imagen y el prestigio del Barça.

Por lo tanto, el flamante entrenador dejó en claro que no permitirá faltas de disciplina en los jugadores y prohibió todo tipo de excesos en las dietas diarias. Por ejemplo, ordenó que los jugadores lleguen una hora y media antes a los entrenamientos para así poder comer en equipo y bajo la estricta mirada de los nutricionistas del club.