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No será un día cualquiera, no, el próximo viernes 2 de diciembre se definirán los últimos equipos clasificados a la ronda de octavos de final en el Mundial que desde el pasado 20 de noviembre acoge Qatar y en uno de los juegos importantes de esa jornada, el morbo político añadido trasciende lo meramente deportivo.

Tal es el caso del encuentro que sostendrán serbios y suizos como parte de las acciones del grupo F; un choque que en perspectiva representará la posibilidad para los balcánicos de tener la revancha de lo ocurrido hace cuatro años.

El antecedente

Como lo lee, tal como lo reseña Marca, durante el Mundial de Rusia en 2018, Serbia y Suiza se vieron las caras en la fase de grupos con los helvéticos llevándose la victoria 2-0 y asegurando su pase a la siguiente ronda en aquel certamen.

En aquellos días, previo al juego, se desató la polémica luego que Xherdan Shaqiri, uno de los referentes del elenco suizo, de origen albano-kosovar, mostrara las zapatillas que utilizaría en el Mundial y en una de las caras colocara la bandera de Kosovo.

La acción de Shaqiri generó un clima de alta tensión que conllevó a una respuesta del mismo gobierno serbio, pues se percibió el gesto como un acto de provocación que supuestamente pretendía invocar el derecho a existir del estado kosovar, tal como ocurre desde 2008.

La polémica

Una avalancha de críticas se suscitó desde aquel entonces, llegando incluso al juego, donde se avivó mucho más la tensión luego de que Suiza ganará con goles del mencionado Shaqiri y de Granit Xhaka, también de origen albano-kosovar.

Tanto Xhaka como Shaqiri celebraron sus tantos haciendo un gesto alegórico con sus manos con el que

representaban al águila bicéfala que forma parte de la bandera de Albania.

Si bien los futbolistas fueron multados por la FIFA, la acción caló bien hondo en la fanaticada serbia, la misma que sigue viendo a Kosovo como parte de su nación y aquel suceso trasciende hasta el día de hoy, cuando a solo horas del importante desafío, emergen los recuerdos de aquel juego, como los peores fantasmas de una época donde constantes guerras civiles, muertes y caos en general definió el futuro de una región cargada de diferencias étnicas, tribales y religiosas.

Pasado y presente

La génesis del conflicto está ahí, en el elemento religioso, tal como lo cuenta el célebre premio Nobel de Literatura Ivo Andric en su novela, Sucedió en Travnik. Por una parte, en Serbia, persiste el cristianismo, por la otra se impone el islam.

Lo cierto es que ni el deporte ha escapado de este dilema, haciendo que parezcan insalvables diferencias que en un pasado no muy lejano generó muerte y destrucción.

Refiere As que cuando en abril se dio a conocer que los equipos volverían a jugar, lo serbios comenzaron a hablar de una hipotética venganza, haciendo emerger lo peor de ese tradicional discurso nacionalista del que hemos hablado.

Lo peor puede estar por venir

En este contexto, transcendió que justo antes de debutar ante Brasil, una foto del vestuario de Serbia le dio la vuelta al mundo, mostrando una bandera con un mapa del país en el que se incluía a Kosovo.

El viernes en la cancha se dirimirá esta nueva batalla, con un alto componente simbólico que bien pudiera servir para llamar a la paz o como sucede ahora, invocar una vez más el odio.

Ambos seleccionados necesitan la victoria, aunque los serbios, luego de empatar con Camerún son los más urgidos del triunfo y por ello el entrenador Dragan Stojkovic ha enfocado a sus pupilos como un choque de vida o muerte, ¿qué sucederá?, ¿se impondrá el fútbol y los mejores valores del deporte?, ¿o valdrá la pena exorcizar rencores de antaño?