Fue la mejor despedida, allí en Brasil, alzando el trofeo que se había preparado para la escuadra local, marcando un golazo en el 7-1 que los germanos le endosaron a los pentacampeones, el gol número 16, un tanto que sirvió para reafirmar su leyenda como el máximo anotador en la historia de los Mundiales.

Era Miroslav Klose, un delantero sin el impacto mediático de otros, quizás hasta con un perfil bajo, pero efectivo como pocos y sus 71 goles en 137 partidos con la selección alemana lo erigen al día de hoy, también como el máximo cañonero de la “Mannschaft”, dejando relegado a un legendario como Gerd Müller, tal como refleja su perfil en el portal web de la FIFA.

Y Klose terminó jugando en Italia, vistiendo la franela de S.S. Lazio, pero el resto de su carrera, entre 1999 y 2011, transcurrió en Alemania, siendo admirado y respetado por millones en el orbe.

La venganza

Volviendo hasta aquel día, cuando Alemania y Brasil se volvieron a ver las caras, en esa oportunidad en la semifinal de aquel Mundial de 2014, el encuentro que pasaría a la historia como el “Mineirazo”, haciendo alusión a la analogía respecto al célebre Maracaná., tal como lo cuenta ESPN. En aquella jornada, Klose marcó y días después alzó la Copa del Mundo, pero lo más trascendente es que doce años después, el ariete alemán tomaba su revancha de lo ocurrido durante el certamen celebrado en Japón y Corea, allá por 2002.

Todos recuerdan que en ese torneo los brasileños sumaron la quinta estrella a su chamarreta luego de un pletórico triunfo 2-0 ante los alemanes, precisamente en el mismo Mundial donde había debutado Miroslav Klose, quien abriría el certamen con 3 goles ante Arabia Saudita, para después añadir dos dianas más y con 5 tantos quedar segundo entre los goleadores, igualado con el brasileño Rivaldo; ambos detrás de Ronaldo, quien con 8 goles comandó a los artilleros en suelo asiático.

 

La impronta

Fue un comienzo sensacional, pero el sabor amargo de la derrota lo iba a marcar por años, hasta aquel día, hace 8 años ya, cuando en el verano de 2014, cobró venganza de los brasileños; superando los 15 tantos de Ronaldo en el mismo Brasil y ganando su Mundial a los 38 años, para redimirse de la mejor manera de aquel agravio, allá a comienzos de siglo.