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Se hablará, se seguirá haciendo, será así por años, por muchos años, siglos diría. Se hablará como se habla de aquel día de 1930 cuando aquella primera final, como ocurrió cuando el Macanazo en 1950, en el 66, en el 74 y en aquel verano loco en el Estadio Azteca, allá por 1986, justo cuando Diego Armando Maradona, minutos después de haber asistido de modo magistral para un tercer gol histórico, levantaba la tan ansiada Copa del Mundo, ante la mirada atónita de alemanes, ingleses, belgas y millones en todo el orbe.

Y sí, se hablará como se habla de aquellos días, pues hoy, hace minutos apenas, como un alter ego de Diego, Leo Messi también alzó la Copa del Mundo, su Copa del Mundo bajo el cielo estrellado de Qatar.

Flashazos

No fue el mejor comienzo, sí fue el mejor final y es que tras empezar así, perdiendo 2-1 ante Arabia Saudita se pensó en tragedia, cuatro años antes con Jorge Sampaoli al mando, la albiceleste había vivido un infierno en tierras rusas; Lionel Messi pensó en eso, recordó lo vivido, evocó todos sus recuerdos, lo buenos y los malos y entre estos, los peores y todos se asociaban de alguna manera u otra con Argentina, a los Mundiales,  2006, 2010, en 2014 teniendo la Copa tan cerca y a la vez tan lejos, ese Mundial de Rusia, la Copa América y el momento en que pensó dejarlo todo, olvidar todo pues el cúmulo de fracasos echaba por tierra cualquier hálito de esperanza.

En la mirada de Messi, minutos después de haber acabado ese primer juego contra los saudíes, se podía leer su pensamiento, era la oportunidad, la última, a sus 34 años no tendría más chance, ganar en Brasil, en el Maracaná fue hermoso, besar aquella Copa, la que acababa con 28 años de sequía, pudo ser un consuelo pero estaba en el Mundial, otra vez, 16 años después de aquel en Alemania, cuando debió ver la acción desde la banca la mayor parte del tiempo, pues Alfio Basile no lo creía listo para asumir responsabilidades.

El renacer de Leo, del mejor Leo…

Messi pensó, buscó bien adentro, rememoró su llanto al dejar el Barca, la llegada a Paris, el desastroso primer año, también la muerte de Diego, estaba a las puertas del final, debía reencontrase y lo hizo.

Así llegó el partido contra México, después Polonia, más tarde Australia, en cuartos otra vez Holanda, fueron mil partidos, 11 goles, después 12, 13 y el guion ni soñado hubiera hecho posible el comenzar así, ganando 2-0, aplastando a los franceses, cobrando venganza de los acontecido en Rusia, pero Argentina, de la mano de Leo, en la final, en otra final, comenzaba avasallando al vigente campeón.

La historia se pudo torcer, debió ser, muchos lo creyeron tras el empate de los franceses, pero estaba Leo, era su Mundial, su película, llegó su segundo gol en el partido, a solo minutos de acabar todo y no fue suficiente, los dioses del fútbol querían los penales y allí, otra vez, sin tapujos, mostrándose sobrio al extremo, marcó de primero, gritó, motivó, clamó al cielo y no podía se de otra manera, tres horas después besaba la Copa también, su Copa y su emoción una vez más  fue la de millones.

Por años se hablará, de todo, de arreglos, de trampas, de esto y aquello, como sea, sopesando la perspectiva lineal en el análisis, a la hora de ver y pensar en el fútbol, meramente en fútbol, la realidad se impondrá, para mostrarnos con todos sus matices que este 18 de diciembre, en la última toma de su película, la mejor toma, el mejor jugador de la historia tenía que ganar su Mundial y lo ganó, y fue hermoso.