Fue hermoso, luego de un épico partido, emocionaba ver levantar la Copa del Mundo a Fabio Cannavaro, capitán de aquella selección italiana de fútbol en el Mundial de Alemania 2006.

Allí, en el Estadio Olímpico de Berlín, aquel 9 de julio, hace ya 16 años, italianos y franceses se habían medido en un duelo a muerte por el trofeo más ansiado en el universo futbolístico, con “la Azzurra” imponiéndose en una tensa tanda de penales, luego de un cobro perfecto de Fabio Grosso.

Era la cuarta Copa Mundial para Italia, que 24 años después de aquel triunfo en 1982, regresaba a lo más alto, siendo el mejor equipo del torneo desde el mismo comienzo.

La otra historia

Hoy todos evocan aquel momento como unos de los más emblemáticos en la historia del fútbol, pero como en todo Mundial, se escribieron otras historias, no igual de trascendentales, pero sí en extremo interesantes.

Una de ellas, emergió durante el duelo acaecido entre Portugal y Holanda en instancias de octavos de final, el mismo que al día de hoy se conoce como “la batalla de Nuremberg”.

Sí, como lo lee, en la misma ciudad donde en 1945 se habían juzgado a los criminales de guerra nazis; en el mismo lugar, 61 años después, portugueses y holandeses protagonizarían el partido más violento en la historia de los Mundiales.

El antecedente

El antecedente de aquel suceso, se remontaba al año 1962, cuando durante el Mundial de Chile, la selección local y la italiana, literalmente se “cayeron a patadas”; tal como se refiere en el portal web de la FIFA.

Volviendo al juego entre Portugal y Holanda, tenemos que los neerlandeses llegaban a ese partido con el precedente de una amarga derrota ante los lusos durante la Eurocopa de 2004 y por ello desde el comienzo salieron agresivos.

Trascendencia

Portugal ganó 1-0, pero el saldo final de aquel encuentro fue de 16 amonestaciones en total, 7 de Holanda y 9 de Portugal, de ellas 4 tarjetas rojas; con el árbitro ruso Valentín Ivanov siendo objeto de la crítica, inclusive del propio presidente de la FIFA en aquel entonces, Joseph Blatter.

Tal como lo reseña As, los expulsados fueron Deco y Costinha por Portugal, y Giovanni van Bronckhorst y Khalid Boulahrouz por Holanda.

De la mano del sensacional Luis Figo, los portugueses acabarían llegando a semifinales, emulando la actuación de 1966 y sentando un precedente que solo se superaría con la conquista del título en la Eurocopa de 2016.