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Lees, indagas, contrastas en escritos de periódicos, en distintos portales web, escritos comunes en Facebook o por ahí, en un mensaje de algún loco que como tú ama el deporte y que en estos días de Mundial no puede pasar por alto que Julian Álvarez, sí, ese chiquito al que llaman “ Araña” y todavía no se sabe a ciencia cierta el porqué, ese Julián Álvarez, en el que parece ser el Mundial de Messi, allá en Qatar, ha puesto en alto su nombre, el de Argentina y también el de su natal Calchín.

Y sí, cuando lees y buscas y contrastas, al googlear se puede verificar lo que cuentan, que, en Calchín, un pueblito agrícola de la provincia de Córdoba, quizás como salido de la prosa de José Hernández, como en el Martín Fierro; allí en Calchín, un cartel en la entrada del pueblo te saluda diciéndote: Bienvenidos a Calchín, la tierra de Julián Álvarez.

De lo causal y lo casual

Pudiera parecer casual, pero no lo es, lo que vemos hoy en Qatar con Julián Álvarez, en el Mundial que parece ser el de Messi, lo que vemos en Qatar con Julián no es casual, es la forma perfecta en la que se decoró el lienzo que se había comenzado a pintar hace unos seis años, justo cuando el pequeño Julián llegó a River Plate.

Ha sido meteórico el ascenso, tal como lo narra El País, a los 11 probándose en Valdebebas con el Madrid, quería al Barca por Messi, pero apareció el Madrid y pudo ser, sin embargo, por esos vericuetos del destino apareció de súbito un problema con la edad y debió volver.

Cuentan los que conocen que siempre confió, nunca dejó de soñar, allí en Calchín seguía pensando en que algún día iba a brillar y lo hizo, en River, refiere ESPN que en 122 juegos sus 54 goles fueron la mejor manera de refrendar con creces su talento en ciernes y un genio como Pep Guardiola no dudó en llevárselo a Inglaterra en el verano último.

La huella de Julián

De suplente, a las sombras de Erling Haaland, pero aprovechando al máximo cada chance, en Premier, en Champions, en FA Cup, 7 goles, hermosos, finos, con esa estética que solo le dan lo grandes, así Julián Álvarez llegó a Qatar.

En suelo islámico debía ser suplente pero no, hizo olvidar a Lautaro, se ganó el puesto desde el minuto 1, su momento llegó ante Polonia pero desde el primer juego ante Arabia Saudita, todos, Scaloni, Messi, todos sabían que era él y lo demostró, cuatro goles, dos de ellos ante Croacia en la semifinal, para hacer historia, emular nada menos que al mismo Pelé y este domingo, buena parte de las esperanzas de millones de argentinos y fanáticos de la albiceleste pasan por Julián Álvarez, el hijo ilustre de Calchín, quizás la gran sensación de esta Copa del Mundo que se apresta a terminar.