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A los 30 años, Hervé Renard pudo haber tocado fondo y lo hizo, fue así, acababa de ponerle fin a su carrera, en uno de esos retiros dramáticos en los que un chico con algo de talento no puede triunfar como profesional y entonces tras pasar la página debe pensar en seguir adelante, en subsistir siquiera.

Tal como reseña As, el joven que a los 20 años jugaba con el mismo Zinedine Zidane en Cannes terminaba limpiando pisos en un edificio y recogiendo basura y todo pudo acabar allí como uno más.

En este punto, al pensar en la historia de Hervé Renard, pienso en tantas historias similares, historias de búsquedas y encuentros, de largos viajes y a la mente me viene la imagen del célebre Jean Valjean el protagonista de  Los miserables, ese clásico de la literatura del genio Víctor Hugo y hasta cierto punto los veo igual, tipos altos, rubios, con esa mirada que habla a las claras de lo difícil que les ha ido en la vida y tal vez por ello, porque Hervé Renard es un luchador, como lo fue Jean Valjean, por esto Hervé jamás perdió la ilusión.

La oportunidad

Había jugado apenas un partido en el primer nivel del fútbol francés, la llamada Ligue One, pero la pasión por el juego se había impregnado en su espíritu y en esos días, mientras limpiaba pisos, seguía pensando que lo mejor estaba por llegar.

En 1999, con el ocaso del siglo XX, Renard tenía su primera oportunidad como entrenador, en el banquillo de un equipo modesto, el Sporting Club de Draguingan, de las divisiones inferiores del fútbol galo, pero por encima de todo era su primera oportunidad.

Por aquel entonces, otro francés, Bruno Metsu, comenzaba su aventura como entrenador en África, la misma que acabaría en el Mundial de Corea y Japón en 2002, cuando al mando de Senegal protagonizó una de las grandes épicas en estas lides, derrotando a Francia en el partido inaugural y llegando a cuartos de final, donde cayeron ante Turquía.

Pensando en Metsu y luego de un efímero periplo por varios clubes pequeños, como el Cherbourg, Hervé Renard decide probar suerte por suelo africano y en 2007 se unió como asistente técnico de Claude Le Roy en la selección de Ghana, para cinco años después, en 2012 tocar la gloria con Zambia, al alzar el trofeo en la Copa Africana de Naciones.

La leyenda

Nacía la leyenda, Hervé Renard superaba ya a Metsu y a Le Roy y a los tres años, en 2015, luego de volver a fracasar como entrenador en Francia, tomó las riendas de Costa de Marfil y volvió a ganar la Copa Africana.

Quizás por una cuestión de necedad, cuenta la BBC que Hervé Renard intentó probar suerte otra vez en la Ligue One pero tampoco lo pudo lograr con el Lille y una vez, como el protagonista de La presa de Kensaburo Oe, el francés regresó a segundo hogar, África, para llevar a Marruecos a un Mundial, Rusia 2018, veinte años después de la última participación de los magrebíes en una justa del orbe.

La gran historia

Este es Hervé Renard, el hombre que hace unas hora seguía siendo un desconocido para millones, el mismo que en 2019 decidió seguir intentándolo al hacerse cargo de Arabia Saudita, el que nunca se cansó de buscar y de probar su valor y hoy en Qatar, dando una increíble lección de humildad, le quitó el invicto de 36 partidos sin perder a la Argentina de Leo Messi.

Con goles de Saleh Al- Shehri y Salem Al- Dawsari, los saudíes remontaran a los albicelestes y aquel muchacho que un día jugs al lado de Zinedine Zidane, el que debió limpiar piso y recoger basura para ganarse la vida, hoy ha entrado a un rincón sagrado en la historia de los Mundiales de Fútbol.