Uno de los grandes problemas que acarrea el mundo deportivo es la constante discusión de si el factor suerte influye tras cada sorpresa del deporte. Y es que si algo tiene el deporte (sea electrónico o no) es la gracia del asombro que nos regala, siempre aparece “un loco” con nuevas ideas, formas, estilos de juego y estrategias que revolucionan y cambien el juego como lo conocemos. Por esta razón siempre que el “underdog” logra imponerse a los titanes establecidos y probados, aparecen las excusas clásicas y se le atribuye parte del logro al factor suerte sin importar cual sea la disciplina.

Rodrigo Dalmagro “Onur” o El Pelado para sus allegados, es un hombre recio, crítico y de firmes convicciones. Cualidades que se encuentran en lideres revolucionarios de cualquier época que elijas. El año pasado Onur fue “ese loco” que rompería la hegemonía de los fuertes, comandando la tropa de un recién nacido equipo de KRÜ. Onur puso temblar a los gigantes del valorant, destrozaba miles de quinielas y de paso le regaló un buffet a una latinoamérica hambrienta de logros internacionales en juegos de equipos. Onur logró, salvaguardando las distancias, la latinoamérica unida que Bolivar soñó, bajo una sola voz todo el continente gritó “KRUUU” y agradeció a ese tercer lugar en un mundial y la esperanza de que sí se puede llegar al podio de instancias internacionales, solo hace falta talento y trabajo duro.

Tras su salida de KRÜ y con la pandemia en auge, unas diferencias de ideas conforme al pasaporte de vacunas tumbaron negociaciones con los brasileños, empezó un ataque despiadado en las redes y el cancel culture se hizo presente. En una generación que castiga de forma sádica a quien piense diferente a lo establecido, Onur se adentró al centro del tornado defendiendo sus ideales. Y en un intento de demeritar su trabajo y anularlo de la escena pasó lo contrario, Onur sin buscarlo se convirtió en el líder de aquellos que no quieren seguir la manada, no les importa la aprobación social y no se atrevían a contradecirla. La cancelación de su contrato en Brasil e intención de borrarlo del competitivo lo convirtieron en un mártir, ahora la grandeza de Onur era de igual magnitud dentro y fuera del terreno. Gracias a esto una nueva camada de jóvenes que desconocían la nobleza del pelado se unían a la causa de su líder.

 

Leviatan era la nueva casa de el pelado, ahora el reto de conseguir logros, darle de comer a esa nueva afición que lo sigue y demostrar que el factor suerte no existe entre los grandes se convertían en su norte. Onur volvía a hacerlo ahora con sus nuevos colores, el pelado se imponía a su antigua organización y aseguraba su pase a Dinamarca a representar Latinoamérica. Onur sigue haciendo crecer su leyenda, el revolucionario salvador de Latam con otra oportunidad de unir a todo el continente,  “Onur the great” a seguir conquistando y uniendo.