Si algo tiene Raúl Valdés es la consistencia. Puede encaramarse en la lomita y lanzar, lanzar, lanzar, lanzar y seguir lanzando. No se agota. El año pasado tuvo una salida de 146 lanzamientos y en el juego del martes una de 106. “Siempre me preparo para lanzar nueve innings”, cuenta.

Valdés es un cubano nacionalizado dominicano. Se apellida como César, el del Licey, pero con ese al final, con con zeta. Como es zurdo podemos decir que es la contracara, el más consistene de la liga a esa mano. Quizá no es el mejor, pero sí el más consistente.

Y además, con todo y eso, tiene ya 51 victorias de por vida en Lidom. “Creo que esta liga ha sido lo mejor que me ha pasado en mi carrera”, dice.

Con este lauro se coloca en el puesto 7 de más ganadores de Lido. “Yo me nacionalicé dominicano hace ya varios años y en este 2022, a pesar de tener ofertas de México, me quedé lanzando aquí en el verano“, le dijo al periodista Juan Esteban Imbert. 

Como pitcher veterano conoce el oficio. El martesse encaramó en el morrito del Quisqueya y, a pesar de hacer 113 lanzamientos, 68 de ellos en strike, y recibir cuatro anotaciones, dos jonrones con uno en base, en los dos primeros episodios no se desesperó. Y de allí en adelante se mantuvo dominador. En 5.0 entradas ponchó a seis y se llevó la victoria.

Para que tengan una idea de a quién dejón sin aliento en la dura toletería del Licey. Sergio Alcántara en dos ocasiones; Dawell Lugo también dos veces, una sin tirale; Ronny Mauricio fue engañado, y Jair Camargo. Una muestra de que la maña puede más que la fuerza.

“Todos sabemos la situación del equipo”, dice. “Por eso tenemos que comenzar a ganar rápidamente. Si quitamos a las Águilas y al Licey, todos los demás estamos ahí, pegaditos. Hay que tratar de seguir ganando, salir de esta mala racha y meternos en el standing”.

Eso fue lo que hizo. Los mantuvo en el juego, los metió en la pomada y los Toros pudieron salir de perdedores. “El secreto de todo esto es lo que puedas hacer en tu día a día. Cómo te preparas físicamente”.

Ahora, sobre su resistencia en el monticulo nadie puede entender el secreto. Quizá el lanzar la palmball, una pelota parecida a la bola de nudillos, lo ayuda en su accionar. Pero si fuera por él suelta 240 pelotas por juego. “El problema no soy yo, es que ellos me dejen hacerlo”, y se ríe.

“Yo siempre les cuento a los muchachos una anécdota sobre un juego en Cuba”, dice. “Yo aquel día lancé 14 entradas en un juego y tiré 180 pitcheos. Yo creo que es lo máximo que he soltado en un partido”.

Y es que la palmball lo ha hecho único. “Es un lanzamiento que me lo enseñó en Cuba un pitcher llamado Navaja González. Al principio me costó, me costó mucho aprenderlo, porque la pelota me cogía para donde quiere. Lo trabajé todos los días hasta que lo logré”.

Y lo ha hecho muy bien. Porque con 44 años sigue en lanzando y haciendo outs. Y cuando le hablan de retiro dice que no. que “todavía no pienso en eso”. Por eso lo llaman el incombustible.