Los Yankees de Nueva York son un equipo acostumbrado a gozar de los mejores talentos de las Grandes Ligas. Al menos así ha sido durante toda su historia. Desde Babe Ruth hasta Derek Jeter, lo más selecto del deporte de las bolas y los strikes ha pasado por el Bronx.
Incluso, muchos peloteros que no tuvieron la oportunidad de portar el uniforme a rayas han manifestado tras su retiro el deseo de haber vivido esa experiencia, por todo lo que representa la institución más ganadora del rey de los juegos.
Sin embargo, parece que eso ha cambiado en los últimos años y que ya no es tan así, puede que sea por las temporadas que llevan los Bombarderos sin trascender o que sea cierto eso que dicen por ahí de que los tiempos cambian, pero hay algo concreto que volvió a quedar en evidencia durante este mercado: no tienen la misma grandeza los Yankees.
Ninguna firma rimbombante
Ofreciendo la agencia libre 2022 uno de los catálogos de toleteros libres más exquisitos que se hayan visto, los Pinstripes no pudieron capturar a nadie de peso, y no porque no lo intentaran. La firma de Carlos Correa por los Twins de Minnesota fue la cereza de un pastel que ya estaba listo para ser servido.
Increíble pensar que con nombres como Corey Seager, Kris Bryant, Freddie Freeman, Marcus Semien, Max Scherzer, Nick Castellanos, Carlos Rodón y pare de contar, los de la Gran Manzana no hayan podido pescar absolutamente nada. Y repetimos, no porque no lo intentaran, pues se sabe que pujaron por muchos de estos hombres que acabamos de mencionar, pero simplemente nada se concretó.
¿Por qué ya no?
Nadie puede afirmar que sea culpa de los Yankees, quizás no es una cuestión económica, sino que ya aquel halo de prestigio y distinción que rodeaba a la organización de la que es dueña la familia Steinbrenner no cautiva de la misma manera a las nuevas generaciones.
También, es probable que el crecimiento monetario de otras divisas y la globalización hayan contribuido a que jugar en el mítico Yankee Stadium ya no sea el sueño de la mayoría. De hecho, puede ser un poco de todo, pero al final lo que más duele es ver cada vez a menos superestrellas brillar en el Bronx.