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Es lo que piden todos, un exorcismo, alguna especie de conjuro que espante todos los demonios, todos sin excepción; las dudas, la energía negativa, todo lo malo respecto a su figura, pues los Yankees necesitan de él, ya no es el 1, ni siquiera el 2, debe ser el 3 pero no importa, igual su rol en el staff de los Bombarderos del Bronx, vuelve a ser importante, determinante diría.

Después de una larga espera, varios retrocesos, de caer y levantarse, con la incertidumbre alcanzando pautas colosales, Luis Severino volvió, una cirugía Tommy John lo había mantenido fuera de los diamantes desde 2019, cuando apenas pudo lanzar en 3 partidos vistiendo el uniforme a rayas.

El regreso

Severino regresó en la primavera y en las primeras salidas fue bateado y hasta se especuló de que no estaba listo para empezar con el primer equipo en abril, sin embargo, Aaron Boone y el coach Matt Blake confiaban en él y en su última apertura durante los Entrenamientos de Primavera, se reivindicó con creces.

Ya en abril fue otra historia y de a poco, en cada salida, el criollo fue mostrando una mejor versión, similar a aquella que había impresionado a la fanaticada del Yankee Stadium y del béisbol en general, la de 2018, campaña en la que Luis Severino ganó 19 y perdió 8.

La mejor noticia…

Y no pudo ganar en playoffs, esos recuerdos de octubre último están bien frescos, tal como refiere MLB.com, el antillano se fue sin decisión ante los Guardianes de Cleveland y días después, contra los Astros de Houston, en el juego 2 de la Serie de Campeonato de la Liga Americana, cargó con la derrota. No obstante, en la temporada regular, Severino volvía a lanzar más de 100 entradas por primera vez desde 2018, 102 específicamente.

Fue la mejor noticia y, además, el quisqueyano registraba forja de 7-3 con una efectividad de 3,18 y 112 ponches y en la memorabilia de los aficionados aun se evoca aquel juegazo frente a los Vigilantes de Texas, cuando lanzó siete tramos de forma inmaculada.

De cara a 2023, Luis Severino vuelve a estar en la órbita, como decíamos, ya en noviembre los Yankees ejercieron la opción de 15 millones de dólares estipulada en el contrato del serpentinero y las expectativas para la nueva campaña son inmensas, todos confían, Boone, Cashman, todos; se aferran, claman por una especie de conjuro, de exorcismo que espante lesiones y mala forma y por ende nos permita ver en Grandes Ligas a la reencarnación de aquel pelotero de 2018, imponente encima del box, sobrado, seguro de sí mismo.