Esta historia data de más de quince años, de una época que evoca nostalgia por un pasado donde el béisbol se jugaba con más pasión y ellos, quizás sean una especie de reliquias sagradas de un tiempo mejor.

Desde aquel año 2006, año histórico para los Cardenales de San Luis, ganaban su primera  Serie Mundial en el siglo XXI, desde aquel entonces, Adam Wainwright y Yadier Molina son uno, como un híbrido y la historia los reivindica con creces.

Historia viva

Este sábado, las leyendas llegaron a 316 partidos disputados como batería, igualando en el segundo lugar al dueto de Warren Spanh y Del Crandall y quedando a solo 8 de Mickey Lolich y Bill Feehan, quienes se afianzan en la primera posición.

El récord de Lolich y Feehan, vistiendo la franela de los Tigres de Detroit entre 1963 y 1975, data de casi 50 años y ello nos da una medida de lo que significa un hito de estas dimensiones.

Fusión única

Tanto Wainwright como Molina han expresado en varias ocasiones que son como uña y carne, llegando a un punto en el cual con solo mirarse ya saben lo que quieren.

Una hermosa historia, de anillos de Series Mundiales, de Guantes de Oro, de Juegos de Estrellas, de éxito, de mucho éxito y no solo son más de 300 juegos juntos, no, también están las más de 200 victorias.

Impronta universal

Ya no hablamos de dos símbolos de los Cardenales de San Luis, no, también son referentes de todo el béisbol ya con su placa tallada en Cooperstown.

No importa si Yadi batea 220 con 2 jonrones y solo 10 carreras impulsadas; no, con verle salir a la grama ya vale la pena siquiera prender el televisor.

Por su parte Wainwright proyecta otra campaña, la del adiós, con más de 10 victorias incluso y imagen de tipo duro encima del box, como cuando aquellos relevos frente a Detroit en la Serie Mundial de 2006, esa imagen es inmortal.

Lo mejor de toda la trama es que juntos, deben tener al menos 9 salidas más y entonces, allí como primeros en este apartado histórico, los miraremos como en una película y aplaudiremos sin parar.