No es un juego de locos, no, hay mucha ciencia detrás de cada situación que se presenta, hablamos de biomecánica; fuerza, masa, aceleración y mucho enfoque mental.

Para triunfar en el béisbol hay que tener bien claro estos elementos y Albert Pujols lo sabe, siempre ha sido un estudioso del juego y veintidós años después de su debut en Grandes Ligas, eso lo mantiene muy competitivo.

Como el buen vino

Su último jonrón, en la serie de fin de semana ante los Cerveceros de Milwaukee fue una muestra de ello.

Pujols esperó su bola, un rompiente que se quedó flotando en zona baja a unas 80 millas por hora y descargó toda la fuerza de sus muñecas para con un swing de casi 110 millas, mandar a doña blanca a unos 430 pies.

Un batazo hermoso y al seguir la secuencia, lo que miramos es arte; Pujols bien concentrado sigue el curso de la bola, levanta ligeramente su pierna delantera para tomar impulsó y golpea adelante; pura perfección, todo calculado milimétricamente como si de una maquina se tratará.

Y la leyenda es eso, siempre lo ha sido, ya no batea agachado, casi sentándose en el cajón de bateo pues los años y las lesiones le han impuesto otras pautas y ha tenido que adaptarse, ahora está más parado en el home y utiliza su pierna delantera en función de acrecentar su swing y le ha dado resultado.

La base de todo

Ya lo demostró el año pasado con los Dodgers y se ha visto más de lo mismo en San Luis.

Pujols sigue tomando sesiones brutales en la jaula de bateo, justo después de ver muchos videos y así traza su plan previo.

Luego en el partido lo estudia todo, desde la mueca más simple del lanzador, hasta su caída al soltar los distintos lanzamientos.

Al regresar en el tiempo, tenemos sus diez temporadas de 300 o más más de average, de 30 o más jonrones y de 100 o más empujadas; quizás la expresión exacta de una forma de trabajar tan depurada.

Más allá de lo que vemos

Igual, estuvo el cuadrangular del domingo y fue hermoso pero el boleto que recibió en los finales de juego, válido para impulsar carrera, también fue algo genial pues fue producto de lo mismo, de una preparación previa antes de pararse a batear.

Todos tienen que ver, Edman, de Jong, Bader, hasta Arenado y Goldschmidt, todos lo miran y escuchan cuando habla y más cuando ven el resultado de las charlas en el campo.

Para eso regresó a casa y Albert Pujols disfruta enseñar, hablarles y ver el interés; imagino esa impresión de estar ahí, mirando esa mole humana, con su voz gutural pero pausada, hablando seguro y con la firmeza propia de los grandes.

Cada segundo de Pujols este año, serán disfrutados al máximo y guardados con celo, pues jugadores como ese, se ven cada cien años.