Hablar de Julio Rodríguez a estas alturas, ya es como llover sobre mojado. El chico pasó de ser una promesa a convertirse en una realidad tan grande como el mismísimo cielo en solo unos pocos meses. De esperar mucho de él en Grandes Ligas, hemos pasado a recibir incluso más de lo que creíamos que tenía guardado. Este novato ha roto los esquemas y parece estar destinado a seguir haciéndolo ya que para él, no parecen existir límites y tampoco tener significado la palabra imposible.

Si apenas ayer hablábamos de sus registros en los primeros 79 partidos como ligamayorista que emulaban lo conseguido en su momento por la leyenda Barry Bonds, hoy tenemos que segmentarlo y ser más específicos, porque lo que consiguió en este día el oriundo de Loma de Cabrera, no tenía precedente alguno sentado en los libros de historia de la Major League Baseball.

Se convirtió en leyenda

En el duelo entre los Marineros de Seattle y los Padres de San Diego, los primeros salieron vencedores por pizarra de 8×2. Para ellos, Rodríguez actuó como primer bate y se fue de 5-1, con cuadrangular, 2 carreras impulsadas e igual número de anotadas.

Ese batazo le permitió convertirse en el primer toletero en la historia del Big Show que en solo 81 juegos alcanza los 15 bambinazos y las 20 bases robadas, 2 renglones que demuestran su versatilidad como jugador de pelota.