Los dolores de cabeza para el polémico Trevor Bauer parecen que tendrá su “aspirina”.

El serpentinero de los Dodgers de Los Angeles no tendrá problemas con la justicia de Los Ángeles por el tema de agresión sexual según confirmó el fiscal de la ciudad californiana a la opinión pública.

A pesar de ello, no todo está claro para el futuro del pitcher de los Dodgers. Recordemos que la MLB puede realizar sus propias investigaciones para determinar o no la culpabilidad del astro de los angelicales o de cualquier tipo de pelotero involucrado en este tipo de casos.

“MLB continúa su investigación, y formularemos un comentario en el momento apropiado”, dijeron Las Mayores en un comunicado rescatado por el periodista Juan Toribio.

Por su parte, Los Dodgers se apegaron al comunicado de las Grandes Ligas: “MLB sigue con su investigación. No daremos más comentarios hasta que concluya”.

MLB tiene la potestad de poder suspender o recriminar la acción de un jugador con el tema de violencia de género muy a pesar de que la justicia ordinaria lo haya absuelto.

Julio César Urías, fue sancionado por 20 partidos luego de un incidente en mayo de 2019 cuando fue arrestado por una investigación de un altercado doméstico. Urías cumplió la suspensión sin apelar.

Bauer tuvo campaña de 8-5 con efectividad de 2.59 en 17 aperturas el año pasado antes de pasar a licencia administrativa (suspensión) el 2 de julio debido a la investigación. Este se perfila a ganar más de 35 millones de dólares para el 2022 si puede lanzar dijo un comunicado de MLB.

Actualmente dentro del béisbol y el deporte en general falta una cuestión muy importante como es la presunción de la inocencia. Es decir que por más inocente que sea o no Trevor Bauer tendrá que correr por el resto de su carrera con este asterisco y probablemente manche su accionar de cara al futuro con su regreso  o no a los morritos de los estadios de la MLB.

Bauer ya ganó su primera batalla legal, pero ahora tendrá que luchar contra las Grandes Ligas quiénes se han mostrado voraces ante los “revolucionaros” (no confundir con tintes políticos) que atentan contra el status quo del béisbol.