Your browser doesn’t support HTML5 audio

Han pasado cuatro años, se han ido rápido, ya no es aquel chico de 20, ahora tiene 24 y es famoso, demasiado diría. Antes, el debut, la gloria, el estrellato, la risa, su ego, después, la caída, una, dos, tres y ahora, la incertidumbre…

Regresará al ruedo mañana con los Padres de San Diego, tal como lo informaron MLB.com y ESPN hace unos días. No podrá estar desde el Opening Day, debe esperar 20 juegos para cumplir su sanción por usar clostebol, pero mañana martes, Fernando Tatis jr estará de vuelta.

El contexto

Hay dudas, no es menos cierto, ha estado fuera por más de un año; las lesiones, las consecuentes cirugías y ese pesado lastre del que hablamos, el mismo que aun lo marca como un hierro caliente, la suspensión. Todo esto estará allí, en su mente, en la de todos los presentes en el estadio a la hora de consumir su primer turno en el Spring Training.

Cuentan que se disculpó con sus compañeros, había emitido disculpas públicas con anterioridad y al hablar ante las cámaras y en varias entrevistas recientes se ha visto diferente, más sobrio quizás, ello a pesar de tener la misma risa de niño que en aquel 2019 cuando debutó y quedó tercero en la votación para el Novato del Año tras batear 317 y pegar 2 jonrones en 84 juegos.

El precedente

En la memoria popular están bien frescos los recuerdos de aquel último año, los 42 jonrones y las 92 carreras impulsadas y eso, ahora mismo condiciona su gran reto; el poder demostrar que eso que vimos no fue un espejismo, reivindicándose  de la mejor manera posible, tal vez no con 40 cuadrangulares ni 90 remolcadas, pero sí mostrándose consistente, sobrado con la potencia de su swing.

Es un enigma y estará ahí, marcando cada paso de Tatis Jr hasta ese 20 de abril cuando salga a consumir otra vez un turno en Grandes Ligas y a la defensa deba refrendar la misión que le han dado en los jardines.

¿ Ser o no ser?, es la cuestión, esa misma que plantea Shakespeare en Hamlet, en el caso de Tatis Jr, el estar, con el enfoque preciso, ponerle todo al béisbol; seguir las indicaciones de Bob Melvin, no salir siempre al robo ni ser tan agresivo en las bases, pero más allá de eso, emerge ese patrón insidioso que ya comentamos; debe demostrar que el pasado quedó atrás, que no necesita de sustancia alguna para rendir a buen nivel, que es él, ese jugador de talento desbordado que en su días se ganó el corazón de la gente en el Petco Park.