Tal día como hoy, pero en 1972 uno de los mejores peloteros en la historia de las Grandes Ligas Roberto Clemente dejó de existir luego de tener un accidente en un avión en el que llevaba suministros e insumos para socorrer a las víctimas de un terremoto que azotó a Nicaragua el 23 de diciembre de ese año.
El “Cometa de Carolina” no solo dejó un legado deportivo, más allá de eso logró conquistar un gran valor humano que deben tener todos los atletas del deporte más popular de los Estados Unidos, de la Cuenca del Caribe y también otras disciplinas.
Las malas condiciones del aparato que iba a llevar a Clemente junto a su familia y un amigo fueron las consecuencias del fatal accidente que enlutó aún más a todo el continente.
Una información de la Marina, indicó que la nave viró de mala manera y se estrelló en las aguas del océano atlántico según una información suministrada por Séptima entrada.
Más allá de la ayuda de cientos de personas, el cuerpo de Clemente no fue encontrado, su tumba lastimosamente fue el mar, sus restos nunca fueron encontrados para darle cristiana sepultura.
A pesar de todo este horrible relato, el latinoamericano (gentilicio) debe tener la cabeza muy en alto cuando se hable de Clemente, el boricua fue uno de los que terminó de abrir las puertas para todos los jugadores de color y de habla hispana.
Gracias a el las franquicia de las Grandes Ligas se dieron cuenta del verdadero valor que habían para estas tierras en la pelota.
En sus 18 temporadas en Las Mayores, Clemente dejó una huella imborrable, porque no solamente era bueno como persona, sino también como deportista.
En el periplo anteriormente mencionado, el de Carolina sumó .3000 hits, 240 jonrones, y 1305 carreras empujadas con .317 de average en la que ganó el MVP de la zafra de 1966.
Las Grandes Ligas de béisbol desde el año del deceso del puertorriqueño otorga un premio honorífico a los atletas del béisbol que más ayuden a la comunidad en causas benéficas.
El primero que lo conquistó fue el recordado jardinero central de los Gigantes de San Francisco Willie Mays mientras que el primer latino en hacerlo fue el panameño Rod Carew en el 77.
Más allá de ganar o no el ‘Roberto Clemente’, la MLB debe impulsar esto, hoy en día los peloteros ganan más dinero y las estrellas como lo fue Clemente ganan más dinero que nunca.
No solo colaborar con la comunidad debería ser la virtud de los deportistas, sino dar el ejemplo del verdadero valor humano todos los días.
Clemente vivirá en el corazón de todos, su ayuda para todos los latinos en los Estados Unidos fue muy grande, no solo en el deporte sino en la vida cotidiana.
Cada uno es libre de ser bueno o malo, pero Clemente nos enseñó en darlo todo sin recibir nada a cambio, tal como lo dice la palabra.
“Dios premia al dador alegre”, no esperemos un vídeo, una campaña de publicidad para ayudar, lo podemos realizar sin ningún problema en la intimidad.
Por cierto, sumando todo esto, Roberto Clemente ganó dos Series Mundiales, una ante los Yankees de Nueva York (1960) y la otra contra los Orioles de Baltimore en 1971 y es miembro del Salón de la Fama de las Grandes Ligas sin haber esperado los cinco años mínimo que se necesitan para estar en el templo de los inmortales siendo el único en la historia.