Hay momentos en los que hay que escribir corto y preciso. Este es uno de ellos. Jeremy Peña y Dustry Baker son los dos nombres más importantes de esta postemporada. El primero porque lo hizo todo en octubre y noviembre. Fue la baza ofensiva de los Astros, el mascarón de proa. El segundo, porque ya deja atrás el mote de mánager perdedor. ¡Por fin Dusty Baker es campeón mundial!

“Esto es lo que todos soñamos”, dijo exaltado el novato sensación luego de recibir su trofeo de MVP. “¡Houston te amamos”, grito. Peña fue también el Más Valioso de la Serie de Campeonato. Es el segundo rookie que lo logra en la historia. “Todos aquí han trabajado duro”, contó. “Pero ese es el trofeo que importa, ese”, dijo señalando al trofeo de Campeones Mundiales que acababan de ganar.

“Un saludo pa mi gente latina. ¡Lo queremos!”, soltó Peña en español.

En ese momento las emociones no se cuentan. Como tampoco yo estoy contando las palabras de esta columna. Es dejarse llevar por el momento y la emoción, porque esta Serie Mundial tiene ribetes de gloria por todos lados. Peña se lo llevó todo: Guante de Oro, dos MVP de la portemporada y es muy probable que sea el “Novato del Año”.

Peña ha cerrado el ciclo de Carlos Correa, y ha abierto uno nuevo, el suyo. Él mismo comenzó a labrar lo que promete una carrera de ensueño y comienza su primera temporada completa. siendo novato, levantando los dos trofeos más importantes de la Serie Mundial. Y, seamos sinceros, eso nadie se lo imagina ni siquiera en el más bucólico de los escenarios.

Se sella un sobre dorado, llevo de epicidades: Baker gana, Jeremy Brilla, Trey Mancini vence el cáncer y cae en un equipo que le da un trofeo de campeón. Tantas cosas en tan solo seis juegos que dará mucho de que hablar este clásico de otoño.

Se acabó el beisbol. Ahora a soñar con el Clásico Mundial y la próxima temporada, mientas que Peña y Baker siguen flotando en la bruma de la glorida que ellos mismos se labraron con sus propias manos. Así de bella fue esta Serie Mundial.

Listo, se acabó el juego.