Si hay algo que engrandece a la figura de Albert Pujols es su labor fuera del terreno, hablo de su proyección como persona, un tipo cordial que se lleva con todos y al que todos quieren, hablo de esto pero más allá hablo de su labor social.

Pujols es casi un dios en su país, en República Dominicana y ahí está su labor con los niños, en comunidades olvidadas, en hospitales y escuelas.

La otra historia

De modo particular hay un aspecto poco conocido de la vida del jugador que es su impacto en el tratamiento a personas con Síndrome de Dwon.

Hasta una organización ha creado incluso, la Fundación de la Familia Pujols para atender a niños con este padecimiento.

La inclinación de Albert hacia apoyar a las personas con Síndrome de Down está influenciada porque ha vivido en carne propia la enfermedad.

La hija de Pujols con su esposa Deidre, nació con este padecimiento y ello ha conllevado a una mayor conciencia de lo que significa ser padre y como se deben canalizar las situaciones cotidianas en medio de un entorno así.

Isabella, la hija de Albert y Deidre ha sido un catalizador en la vida de ambos pues los ha llevado a ser mejores padres, llegando a fundar incluso la mencionada Fundación de la Familia Pujols.

La proyección

La Fundación ha buscado desde su surgimiento, crear conciencia respecto al Síndrome de Down y por ende sensibilizar a las personas para crear mejores ambientes y condiciones propicias para los que padecen.

De igual modo, mediante una serie de donativos, Pujols y Deidre han permitido solventar las necesidades de muchas familias con miembros Síndrome de Down.

Pujols ha expresado incluso que en estos últimos veinte años, su hija ha sido lo más grande y tener que ayudarla y apoyarla lo ha vuelto mejor persona y padre.

En este sentido ha alegado que vivir con Isabela y trabajar con la Fundación son dos motores importantes en su vida y a ello se consagrará en lo adelante.

La leyenda, un seguro miembro del Salón de la Fama, estaría jugando su última temporada en Grandes Ligas, quizás con el equipo donde todo empezó, los Cardenales de San Luis.