Con el paso del tiempo, el debate se ha entronizado y treinta años después, para muchos aquella Serie Mundial de 1991 sigue siendo una de las mejores de la historia.

Y sí, es obvio que la memoria popular retenga los sucesos más cercanos en el tiempo, en este caso de las Series Mundiales, se tiende a evocar aquella de 2011 entre Cardenales de San Luis y Vigilantes de Texas, con aquel jonrón de David Freese en el sexto partido, también se habla del duelo entre Cachorros de Chicago y los entonces Indios de Cleveland, hace solo 6 años, también un séptimo partido y el hecho de jugar entradas extras para definir.

De igual modo, en muchos documentales y videos de sobre grandes momentos del béisbol en Grandes Ligas, Los 30 mejores momentos, los 50 mejores momentos; ESPN, Fox, MLB Network, en muchos materiales de este tipo y con este corte, se recoge también el hit de Luis González ante Mariano Rivera para dejar tendidos a los Yankees en el Clásico de Otoño de 2001, pero diez años antes, comenzando la última década del pasado siglo, Mellizos de Minnesota y Bravos de Atlanta sostuvieron un auténtica batalla campal por la corona de Las Mayores.

La historia

Aquellos Bravos de Atlanta, una verdadera “máquina de guerra” dirigida por el legendario Bobby Coxx y con figuras de la talla Greg Maddux, Tom Glavine y John Smoltz, aquel equipo dominó el viejo circuito durante toda esa década y en esa temporada les tocó enfrentar a unos increíbles Mellizos de Minnesota.

Cabe señalar, tal como lo cuentan los periódicos de la época, Minessota Star Tribune y el Atlanta Journal Constitution que ambos elencos habían terminado con los peores registros en sus respectivas ligas, un año antes; los Mellizos con el segundo peor récord de la Liga Americana, los Bravos con el peor de la Nacional.

Siete juegos de leyenda

Hicieron falta jugar 7 partidos y en ese último juego, un duelo de estelares entre Jack Morris y John Smoltz, fue el mejor cierre para aquella emblemática final, pero antes de ese decimo episodio, lo hecho por Kirby Puckett en el sexto juego, trasciende al día de hoy como una de las grandes gestas en estas instancias.

“… Chicos, será una reunión corta, esta noche yo me echaré el equipo encima…”– fue la emotiva frase de Puckett que como especie de profecía marcó ese juego y a la postre la Serie Mundial.

Y fue así, tal como lo cuenta MLB, desde el mismo primer episodio Kirby Puckett comenzó la gesta con un triple impulsor de una carrera, luego más tarde, en el tercer inning realizó una joya defensiva en los jardines ante batazo de Ron Gant, para en la quinta impulsar otra vez la ventaja con fly de sacrificio.

La profecía

El choque llegó igualado al onceno capítulo y allí, otra vez Puckett, tocado por la gracia, cumplió su cometido, cuando en cuenta de 2 bolas y 1 strike mandó la bola más allá de las cercas del Metrodome.

Todavía emociona ver las imágenes, los gestos de Puckett, los fanáticos en las gradas, la cara de Coxx y del lanzador de Atlanta, Charlie Leibrandt. Los Mellizos empataron la Serie y en el décimo inning del séptimo juego, Gene Larkin conectó un imparable con las bases llenas para dejar al campo a los Bravos.

Y con el paso de los años el debate seguirá, que si la de 2001 o la de 2011, quizás esa de 2016 pero como quiera, aquella Serie Mundial y lo hecho por Kirby Puckett, quedarán para siempre en el recuerdo de los aficionados y amantes del béisbol.